15/2/08

Top Gun

Muchos días debíamos regresar en coches separados. Eran unos treinta kilómetros de autovía pero, dado el horario, el tráfico era intenso y los camiones copaban el carril derecho. Yo siempre conducía detrás, vigilando tus movimientos, protegiéndote. Muchas veces- te reías tanto cuando te lo contaba después- me sentía como los pilotos de la película Top Gun. Ya sabes, dos aviones en misión de combate. El que volaba primero, a la caza del objetivo. El de detrás, guardando las espaldas al compañero de patrulla. Así actuaba yo. Cuando observaba que, más adelante, un vehículo obstruía el carril yo sabía que te harías a la izquierda para adelantar. Pero era yo el que me adelantaba a tu movimiento y me lanzaba a un lado, bloqueando el carril para que tu maniobra fuese segura. Vigilaba a los coches que venían detrás y les forzaba a frenar y hacer cola tras de mí. Delante, todo vacío y tu podías pasar cómodamente. Después, cuando tu regresabas a la derecha, yo me colocaba detrás de ti y continuaba custodiando a mi compañero de patrulla. Atento a tus actos, poniendo toda mi atención en ello. Hasta me colocaba las gafas de sol con el mismo ademán lento y orgulloso con que lo hacían los aviadores. Igual que en el cine, juntos, en misión común y conjunta. Porque tu eras – lo serás siempre- mi compañera de aventura en la película de la vida. Ahora, cuando debo pasar por aquella carretera, vuelo solo y el viaje me duele en el alma.



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