31/3/09

Atmósferas

Ya está a la venta el libro de relatos Atmósferas, una iniciativa solidaria destinada a recaudar fondos para la Fundación Vicente Ferrer. Será publicado por la Editorial Visión Libros cuya dirección electrónica es http://www.visionlibros.com/index.html, al precio de 12 euros más iva. El libro incluye alrededor de 100 relatos breves entre los que se encuentra uno escrito por mí titulado “El Cayuco”. Me es muy grato poder colaborar. Esta bonita idea nació de Javier Ribas (http://javierribas.blogspot.com/ ) a través de ESCRITORES EN RED ASOCIACIÓN MARQUÉS DE BRADOMÍN.
Cada edición tendrá una portada diferente. Ya hay dos ediciones agotadas.

30/3/09

Chocolate

Al frenar, el coche patrulla vibró y sus cuadernas parecieron desencajarse. El policía que estaba delante bajó y, abriendo la puerta trasera, tiró del preso con rudeza. Las esposas marcaron nuevamente la piel de sus brazos y sintió un arañazo punzante. Le empujaron dentro de la garita donde un hábil funcionario revisó en un instante la bolsa con las pocas pertenencias que aún le quedaban. Se quedó con las dos tabletas de chocolate. Dijo que los dulces no estaban permitidos y apeló a un artículo del reglamento que John nunca pudo comprobar. Eso le indignó y de no haber sido porque no podía mover sus brazos, le hubiera hecho saber qué pensaba de su reglamento. Un día, durante una de esas visitas de procedimiento, le preguntó al abogado qué parte del código penal hablaba del chocolate pero el jurista sólo sonrió y le contestó:

- Mr. Gonder, creo que tenemos problemas más urgentes que atender que el chocolate.

El letrado le pareció un cretino incapaz de comprender que aquellas tabletas eran una especie de oasis de libertad entre las paredes del centro penitenciario. Era un universitario de Boston, o de Nueva york, o de cualquiera de esos sitios en que sobra el chocolate. Estaba empecinado en que le hablara del crimen, en hallar alguna coartada para, al menos, evitar la silla eléctrica. En el informe policial habían escrito que se había encontrado su ADN en las vestimentas del hombre y en los muslos de la mujer. Añadieron que hubo ensañamiento. Además, parecía que un testigo había reconocido al asesino o, mejor dicho, presunto criminal hasta que el jurado no se hubiera pronunciado.

- Mr. Gonder, debe ayudarme- dijo el leguleyo-, sé que usted no es un hombre violento y no imagino razón alguna para que usted cometiera esa atrocidad. ¿No es así, Mr. Gonder?

Pero el inquilino de la celda 1022 ya no le oía. Su sangre hervía cuando recordaba que aquella mujer había comprado la última chocolatina de la máquina expendedora de la gasolinera. Se había ofrecido a recomprársela por el doble de precio y la muy necia le había respondido que no, que quería regalársela a su novio.

- Mr. Gonder, Mr. Gonder. ¿Me escucha?

29/3/09

Surface

Surface de Andy Campbell, obra del 2002, (que puede verse aquí) es un pequeño programa que aúna imágenes, efectos visuales y textos interactivos en una atmósfera inquietante dominada por el crepitar del fuego. El código “recuerda” las páginas visitadas de modo que siempre aparecen de manera nueva. Los textos, recuerdos de un personaje que ha quemado todas sus posesiones, tienen escaso valor literario. Es más un experimento interactivo que literario.

The Reporter

The Reporter es una visualización informática de palabras tomadas de websites que se forman, recombinan y reconforman aleatoriamente y en tiempo real para formar sintaxis novedosas. Ciertamente, el nivel literario es muy escaso pero el programa resulta espectacular. Una versión on-line puede verse en http://www.marknystrom.com/wgbhapplet/index.html .

La obra se mostrará en el Boston Cyberarts Festival de este año (
http://bostoncyberarts.org/index.php ). Este festival que aborda todas las artes cibernéticas se celebra del 24 de Abril al 10 de Mayo en diversos teatros, galerías, museos y lugares públicos alrededor de la ciudad de Massachussetts e incorpora decenas de trabajos de prometedores artistas.


Impromptus


Te añoro y, aunque pasan los meses y debería llegar el consuelo del tiempo, te extraño más. Tendría ya que no dolerme tu marcha y, sin embargo, me cuesta siquiera imaginar que te has ido.

He leído en algún libro de esos viejos, sabios, encuadernados en piel gruesa, que esta persistencia del dolor ocurre porque pequeños hechos circunstanciales activan nuestras memorias más recónditas. Como los pianistas crean impromptus bellos desde unas pocas notas casuales, así la vida alumbra los momentos dichosos de nuestro existir a partir de un destello de sol, de una palabra fugitiva, de un sonido caprichoso.

Puede ser una golondrina que viendo las nubes cenicientas vuela bajo, y me recuerda la tarde aquella de abril en que nos pilló la tormenta al salir del cine y acabamos en el jacuzzi – nuestra primera vez- de una habitación del hotel donde nos refugiamos tiritando. A veces, deseo olvidarte, mudar la memoria y enfrentar la luz de la mañana con nuevos alientos. Entonces, llega quizá el aroma de lavanda desde el parque y vuelves a mi mente, vívida, y creo sentir tu pelo negro en mi cara como la mañana que nos tumbamos en la ribera del río. Fuimos para que yo conociera donde jugabas cuando niña y acabamos haciendo el amor, tumbados sobre la manta, entre nubes de lavanda.

Hoy ha sido Schubert. El impromptus en sol bemol. Yo estaba escuchando las noticias y, sin aviso, seguramente para cubrir un tiempo muerto de la emisora, lo han emitido. Y, de pronto, te he visto sentada junto a mí en el teatro. Me tomaste de la mano cuando las luces se apagaron y escuchamos el concierto siendo uno.

Me he arrepentido de que, algunas veces, pocas, deje de pensar en ti.

Text Rain


Text Rain de Camille Uterback y Romy Achituv (http://www.camilleutterback.com/textrain.html ) es un experimento computerizado de 1999 que, aún hoy en día, llama la atención por su espectacularidad. En este montaje, las letras llueven y se depositan sobre las sombras que unas cámaras proyectan en una pantalla. Estas sombras pueden ser- y de hecho lo son habitualmente- las imágenes de las personas que hacen de usuarios de la instalación. La probabilidad de que las letras que descienden formen frases – y, aún más, frases literarias – es remota pero, en todo caso es un experimento técnico interesante y un divertimento interactivo notable.

25/3/09

Viaje sin regreso

El tren serpenteaba por entre un bosque de cedros de tal suerte que, cuando uno se asomaba a la ventana, sólo podía mirar hacia adelante, por donde la vía abría brecha hacia Santa Engracia. A ambos lados, el verde de las ramas de junio transitaba demasiado rápido como para poder apreciar detalle alguno. Le gustaban las locomotoras como aquella, de vapor blanco y espeso, de hollín negro y pegajoso. Los vagones traqueteaban y, aunque aquel vaivén llegaba a resultar incómodo tras varias horas, a Juan María le encantaba.

Abrió el portafolio y extrajo la carta. Estaba arrugada. Quizá debiera haberla abierto hacía dos días, en Lima, cuando la recibió. No lo había hecho y era consciente de que aquel retraso en hacerlo había sido a propósito. Había reconocido la letra pulcra y elegante de Isabela. Sabía, sin haberla leído aún, que contendría palabras de amor, de añoranza, del pesar que la distancia produce. En fin, lo que más o menos siempre le escribía. Una buena mujer, pensó. Una santa que le aguantaba y soportaba su pasión por el mundo. La quería a su manera. Incluso, en ocasiones, pensaba que la amaba con mucha pasión. Pero no lo suficiente para poder permanecer atado a una casa, a una rutina. Odiaba la rutina, el aburrimiento mediocre del orden y la estabilidad. Sabía que si se quedaba con ella por más tiempo del estrictamente necesario, acabaría por odiarla y ella hallaría que él no era el hombre de sus sueños. Bueno, eso probablemente lo pensaba ya. Él era un Ulises moderno y como tal, necesitaba demorar su regreso a Itaca, hacer esperar a su Penélope porque sólo así, añorando su llegada, podría mantener la ilusión de que era un ser especial.

Le pedía que regresara para final de mes. Que el cumpleaños de su hermana se acercaba y que darían una fiesta en la finca del abuelo. Habría festejos y colgarían piñatas y farolillos de los tamarindos. Por la tarde, le decía, cantarían zamacuecas y beberían limonada de hojas de eucalipto. Le insinuaba que su cuerpo, perfumado cada atardecer en aquel baño con sales que la mulata Cristina le preparaba, estaba deseoso de encontrase a solas con él. Eso le halagó. A pesar de que los años no pasaban en vano, el sentirse deseado le encandiló y le tentó a comprar un billete de retorno apenas pusiera pie en Santa Engracia. Sí, quizá debiera volver cuanto antes. Al cabo, ya iba para medio año en sus caminatas por selvas y poblados recónditos que exploraba con la excusa- porque él sabía que era una excusa- de redactar un libro de viajes que una editorial desconocida le había encargado. Cinco libretas, de esas de alambre en espiral, tenía ya rellenadas con anotaciones, con nombres, con dibujos que él mismo bocetaba sobre la marcha. Sentía, sin embargo, que le faltaba tanto por descubrir.

A veces le podía la nostalgia. Extrajo su billetera del bolsillo izquierdo y miró su foto. Era de hace dos años pero estaba igual de bella. Los años parecían haberse detenido en su pelo rubio y acaracolado, en sus pupilas verdes, algo tristes siempre, y en las pecas que manchaban hasta los lugares más íntimos de ella. Se encontró a sí mismo sonriendo y recordando el día aquel que alquilaron una barca en el río, poco antes de las lluvias y cuando aún la corriente era suave y tranquila. Casi volvió a verla, protegida bajo el parasol porque se quemaba a poco que el sol calentara. Hicieron el amor aquella noche e Isabela le dijo que le amaría siempre. Y él que también y que mucho. Sintió deseos de retornar. Sí, debía hacerlo.

El revisor, de uniforme azul con bocamangas rojas, pasó por el vagón anunciando que en diez minutos llegarían a Santa Engracia. Juan María ya lo tenía decidido. Bajó su maleta marrón a trompicones y se acercó a la puerta. El tren de vuelta pasaba en dos horas. Lo tomaría. Le daría una gran alegría.

El silbido estridente acompañó el chirriar de las zapatas que peleaban contra las ruedas de cada coche. El vapor lo envolvió todo. Descendió al andén y pronto quedó rodeado de paisanos que no se sabía bien si subían o bajaban, cargados siempre con multicolores hatillos y con maletas que pesaban quintales sólo de verlas. Se hizo paso a empujones hasta la taquilla. Hubo de esperar tras una larga fila. Parecía que todo el país viajaba aquel día. Por fin, llegó ante el funcionario de gafas pequeñas y bigote afilado.


- Un billete para Lima- pidió-. En el próximo expreso.

- Tendrá que ser en primera clase, señor- respondió el hombre-. La segunda ya está completa. Ya sabe, por lo de la fiesta de verano en Querámino.

- ¿Fiesta de verano?

- No me diga que no ha oído hablar de ella, señor. Si usted no conoce eso, no conoce nada.

Mientras el vendedor preparaba el billete- porque allá no había expendedoras automáticas y los billetes se escribían a mano, como era lo correcto- Juan María miró el mapa. Querámino caía camino de Lima.

- ¿Querámino, dice? – se hizo el interesado

- Ya sabe, señor. La fiesta en que las mujeres jóvenes cantan con sus laudes para atraer a los muchachos casaderos. Dicen que cuando uno de esos chicos las oye cantar no puede resistirse a sus encantos. Aquí tiene su billete, señor.

Pagó y se dirigió al andén seis que era de donde partía el convoy. Dos horas después el revisor le solicitó su billete. Se lo mostró y mientras guardaba la carta de su esposa en la maleta, le pidió por favor que le despertara cuando estuviera a punto de llegar a Querámino.





Obabakoak

Obabakoak (Ediciones Punto de Lectura, 2008) de Bernardo Atxaga es una joya que me ha costado veinte años encontrar ya que fue escrita en 1988. Una omisión que es imperdonable aunque, como disculpa, puedo alegar que me parece que Obabakoak es un libro para disfrutar en la madurez, cuando la vida está ya cargada de experiencias que engarzan perfectamente con las historias que Atxaga cuenta y cuando se aprecia toda la profundidad de las mismas.

Son veintiséis relatos que se van encadenando los unos a los otros de manera imprecisa pero eficaz. Son relatos que, de hecho, podrían leerse por separado y aún mantendrían su plenitud. Cada uno de ellos es una anécdota más o menos trivial que, sin embargo, en manos del escritor adquiere un carácter universal, se convierte en una metáfora de la vida de cualquiera y en cualquier parte. Es esa universalidad que, en cierta medida, recoge Atxaga en el epílogo cuando explica que los escritores en euskera tienen tradición aunque esta no esté escrita en esa lengua ya que toda la literatura es parte de la tradición de todo el planeta. Obabakoak no es un reflejo de la situación del País Vasco, como he leído en varias críticas, sino que sus historias son genéricas, pertenecen a la humanidad. Nos hablan de la soledad, de las habladurías, del cuidado de los padres hacia sus hijos, del desengaño, de los desfavorecidos, del destino, del amor, de las tradiciones, de las supersticiones, de la esperanza, de la añoranza. O sea, del ser humano que poco ha cambiado desde que es ser humano.

Tiene imaginación, un lenguaje poético sobrio pero profundo, crea mundos imaginarios pero verosímiles (ese realismo mágico que nos conduce hasta García Márquez), es una obra llena matices, de detalles, de elegancia, de magia, hay frescura incluso 20 años después. Es un libro que “se siente” porque, por encima de la belleza del texto queda una sensación de pertenencia, de entendimiento de que aquello que ocurre en Obaba, sucede realmente en uno mismo.

Y la traducción al castellano es estupenda.

24/3/09

Vía Láctea

Vía Láctea de Regina Pinto (http://arteonline.arq.br/via_lactea/index1.html) no es realmente literatura digital porque no contiene palabras. Sin embargo, es un collage visual y musical interesante, atractivo y evocador. A través de una pantalla de tamaño mucho más reducido – que hace por tanto de visor- podemos explorar un tapiz amplio donde se muestran fotografías, pequeñas animaciones, movimientos luminosos y se escuchan sonidos. Pequeñas gotas de lluvia escondidas en el mural permiten una cierta interactividad. Breve y sencillo pero tiene sentimiento. Añadiendo textos en algunos sitios podía ser un ejemplo literario prometedor.

The puzzle box


The puzzle box de E. Picot (http://edwardpicot.com/puzzlebox/index.html) es realmente un texto convencional por capítulos en el que la aportación digital se reduce a una imagen de fondo – más o menos relacionada con la narración de ese capítulo- y un gráfico animado que abre cada parte antes de presentar el texto. Desde el punto de vista de la literatura digital, por tanto, no hay mucho que decir ya que la aportación es mínima. En inglés.

Tic tac



Despertó a media mañana, cuando un cielo limpio y ventoso brillaba sobre los tilos del parque. A través de las cortinas se colaban el calor suave de aquel sábado de primavera y los rumores de la calle. Ruidos del tráfico – siempre intenso durante las horas laborales-, voces lejanas y gritos de niños que volvían de algún partidillo de futbol en la playa. Giró entre las sábanas y disfrutó de la somnolencia que aún le envolvía. Le encantaba despertarse así, lentamente, saludada por la mañana. Escuchó el tic tac del reloj de pared. Era uno de esos de péndulo grande que oscilan elegante y pesadamente y que atrasan y adelantan a su capricho. Herencia de su abuela. Aquel ritmo le acunaba y le traía siempre recuerdos de tostadas y café con leche, de carantoñas cuando era niña y de cuentos contados poco antes de acostarse. Volvió a voltearse al calor acumulado entre las mantas durante toda la noche y estiró un poquito más el momento. La sonería del reloj despertó memorias de su abuela. Retazos escondidos en algún recóndito meandro de su memoria que volvían por sorpresa. Como aquel día – una mañana como esta, llena de luz azul- en que las golondrinas se posaron en el alfeizar de la ventana y su abuela las mantuvo revoloteando toda la mañana a base de depositar miguitas de pan untadas en leche. O aquellos otros en que la hacía levantar y bajar a la cocina donde un humeante cacao estaba esperándola. Su abuela siempre decía que un buen desayuno era fundamental para sentirse dichoso durante toda la jornada. Los recuerdos azuzaron su apetito y sintió ganas de desayunar.

Súbitamente, su mente despertó. Alguien había tirado de su manta. Era el guarda del parque que golpeaba inquieto con su bastón en el suelo. Un tic tac machacón y nervioso.

- Venga, hora de marchar. Ya sabéis que está prohibido dormir en el parque.

Se levantó, enrolló el cobertor y se unió a los otros dos mendigos que habían dormido cerca de ella, por seguridad sobre todo. El tic tac se había esfumado junto a su sueño. El sol estaba ya alto y era agradable sentirlo. Uno de los hombres le ofreció un trago de vino. A falta de café con leche, sirvió igualmente. Unos trozos de pan hicieron las veces de las tostadas y unos vencejos asustados imitaron pobremente el vuelo rasante de las golondrinas. Tomó la bolsa con sus cosas y sintió la tristeza de estar despierta.

22/3/09

Adagio lamentoso



Tomó el papel pautado, garabateado con puntos negros y líneas con plumas, y entonó el resultado en silencio. Le pareció mediocre, arrugó la hoja en una bola informe y la lanzó a la papelera. Había alquilado aquel ático buscando la tranquilidad que le permitiera escribir la obra que deseaba regalarle. Una sonata para piano, en tres tiempos, en honor a su memoria. Sorbió de la tacita de poleo e intentó finalizar el compás pero sabía que sería inútil hasta que llegara la noche.

La casa, situada sobre la colina que llamaban del puerto no estaba habitada por nadie más, excepto en los meses de julio y agosto cuando sus dueños, una familia adinerada que vivía en Madrid, pasaba las vacaciones en ella. Se alzaba justo al borde del acantilado y sus cimientos soportaban tanto el peso del edificio como los embates de las aguas.

Cada tarde, podía ver cómo un sol rojizo se hundía en el mar, entre un infinito festival de reflejos y destellos. Era entonces cuando la inspiración llamaba a su alma y las corcheas y las redondas parecían encajar con precisión en su mente.
Dormitaba por la mañana y se levantaba hacia el mediodía de modo que nunca sabía si desayunaba o comía. Batallaba con las teclas durante toda la tarde y, aunque en algunas ocasiones, lograba avanzar unos pocos compases, por lo general era un trabajo que acababa en la papelera. Pero, cuando el atardecer se aproximaba- y eso ocurría pronto en aquel febrero del norte de Francia- abría la ventana, empujaba el piano cerca de ella y se sentaba en el taburete. Se abrigaba bien con un gabán gris que había comprado en su viaje a París y se embozaba tras una bufanda de cuadros que protegía su siempre frágil garganta del frío del invierno.

Y, entonces, ocurría. Parecía que existiese un pacto entre el reloj y la atmósfera pero, a aquella hora, las nubes se disipaban y el sol, redondo y enorme, brillaba justo enfrente del desmedido ventanal mientras se sumergía en el océano. Las melodías que hasta entonces se le habían resistido empezaban a asomar en su alma y en su mente podía escuchar con toda exactitud los acordes y las síncopas, las codas y las modulaciones armónicas. Escribía sin acordarse de la cena y, a medida que la noche avanzaba, completaba pasajes y páginas como si fuera un autómata manejado por alguna deidad del cielo del arte. Caía rendido con los rosados fulgores del amanecer, agotado por la fiebre creadora que le esclavizaba.

Aquella tarde, la puesta de sol era más bella que nunca. Era un día especial porque estaba ya al final del último movimiento. Un adagio lamentoso- así lo había definido- que culminaba todos sus sentimientos hacia ella. En mi bemol menor, la tonalidad que más le gustaba. Durante la tarde había tocado toda la obra y, modestia aparte, era magnífica. Si lograba un buen final, una conclusión que condensara toda la partitura en aquella fuga a seis voces del último tiempo, lo habría logrado y ella estaría orgullosa. Llegó la hora. El sol pintó de amarillos y bermellón el cielo y, mágicamente, las melodías se engarzaron entre ellas, el rubato matizó las frases y las cadencias, las modulaciones encajaron naturales y las armonías concordaron con maestría. Sí, así era como siempre lo había deseado. Sus dedos recorrían las octavas sin que necesitara leer la escritura. Lloró de emoción.

El acorde final se extinguió lentamente. Levantó la vista de las teclas y miró al mar. Creyó ver que ella estaba allá, sonriendo, con esa expresión inquieta que tenía cuando la música le entusiasmaba. La figura tendió su mano hacia él y le llamó. Levantándose, tomó la partitura y se asomó al enorme ventanal. Aquella música era para ella. La leerían juntos, la interpretarían juntos.

No fue hasta la mañana cuando encontraron el cuerpo del músico al pie de la casa, entre las rocas donde batían las olas. Un traspiés desafortunado, certificó la policía. En su mano se encontró una partitura, pero el mar había desleído la tinta en un manchón ininteligible.

An die ferne Geliebte


Genio musical, corazón romántico. La opus 98, A la amada lejana, compuesta en Abril de 1816, merece ser recordada hoy.

Me permito copiar una excelente traducción de Fernando García Pliego
de esta obra magistral de Beethoven. Un fragmento, puede escucharse en este enlace.

1. Auf dem Hügel sitz ich spähend

Auf dem Hügel sitz ich spähend
In das blaue Nebelland,
Nach den fernen Triften sehend,
Wo ich dich, Geliebte, fand.

Weit bin ich von dir geschieden,
Trennend liegen Berg und Tal
Zwischen uns und unserm Frieden,
Unserm Glück und unsrer Qual.

Ach, den Blick kannst du nicht sehen,
Der zu dir so glühend eilt,
Und die Seufzer, sie verwehen
In dem Raume, der uns teilt.

Will denn nichts mehr zu dir dringen,
Nichts der Liebe Bote sein?
Singen will ich, Lieder singen,
Die dir klagen meine Pein!

Denn vor Liebesklang entweichet
Jeder Raum und jede Zeit,
Und ein liebend Herz erreichet
Was ein liebend Herz geweiht!


2. Wo die Berge so blau

Wo die Berge so blau
Aus dem nebligen Grau
Schauen herein,
Wo die Sonne verglüht,
Wo die Wolke umzieht,
Möchte ich sein!

Dort im ruhigen Tal
Schweigen Schmerzen und Qual.
Wo im Gestein
Still die Primel dort sinnt,
Weht so leise der Wind,
Möchte ich sein!

Hin zum sinnigen Wald
Drängt mich Liebesgewalt,
Innere Pein.
Ach, mich zög's nicht von hier,
Könnt ich, Traute, bei dir
Ewiglich sein!


3. Leichte Segler in den Höhen

Leichte Segler in den Höhen,
Und du, Bächlein klein und schmal,
Könnt mein Liebchen ihr erspähen,
Grüßt sie mir viel tausendmal.

Seht ihr, Wolken, sie dann gehen
Sinnend in dem stillen Tal,
Laßt mein Bild vor ihr entstehen
In dem luft'gen Himmelssaal.

Wird sie an den Büschen stehen,
Die nun herbstlich falb und kahl.
Klagt ihr, wie mir ist geschehen,
Klagt ihr, Vöglein, meine Qual.

Stille Weste, bringt im Wehen
Hin zu meiner Herzenswahl
Meine Seufzer, die vergehen
Wie der Sonne letzter Strahl.

Flüstr' ihr zu mein Liebesflehen,
Laß sie, Bächlein klein und schmal,
Treu in deinen Wogen sehen
Meine Tränen ohne Zahl!


4. Diese Wolken in den Höhen

Diese Wolken in den Höhen,
Dieser Vöglein muntrer Zug,
Werden dich, o Huldin, sehen.
Nehmt mich mit im leichten Flug!

Diese Weste werden spielen
Scherzend dir um Wang' und Brust,
In den seidnen Locken wühlen.
Teilt ich mit euch diese Lust!

Hin zu dir von jenen Hügeln
Emsig dieses Bächlein eilt.
Wird ihr Bild sich in dir spiegeln,
Fließ zurück dann unverweilt!


5. Es kehret der Maien, es blühet die Au

Es kehret der Maien, es blühet die Au,
Die Lüfte, sie wehen so milde, so lau,
Geschwätzig die Bäche nun rinnen.

Die Schwalbe, die kehret zum wirtlichen Dach,
Sie baut sich so emsig ihr bräutlich Gemach,
Die Liebe soll wohnen da drinnen.

Sie bringt sich geschäftig von kreuz und von quer
Manch weicheres Stück zu dem Brautbett hieher,
Manch wärmendes Stück für die Kleinen.

Nun wohnen die Gatten beisammen so treu,
Was Winter geschieden, verband nun der Mai,
Was liebet, das weiß er zu einen.

Es kehret der Maien, es blühet die Au.
Die Lüfte, sie wehen so milde, so lau.
Nur ich kann nicht ziehen von hinnen.

Wenn alles, was liebet, der Frühling vereint,
Nur unserer Liebe kein Frühling erscheint,
Und Tränen sind all ihr Gewinnen.

6. Nimm sie hin denn, diese Lieder

Nimm sie hin denn, diese Lieder,
Die ich dir, Geliebte, sang,
Singe die dann abends wieder
Zu der Laute süßem Klang.

Wenn das Dämmrungsrot dann zieht
Nach dem stillen blauen See,
Und sein letzter Strahl verglühet
Hinter jener Bergeshöh;

Und du singst, was ich gesungen,
Was mir aus der vollen Brust
ohne Kunstgepräng erklungen,
Nur der Sehnsucht sich bewußt:

Dann vor diesen Liedern weichet
Was geschieden uns so weit,
Und ein liebend Herz erreichet
Was ein liebend Herz geweiht.

1. Sobre la colina me siento, escrutando

Sobre la colina tomo asiento,
escrutando la azul y la brumosa tierra,
hacia los lejanos pastos
donde, amada, te encontré.

Lejos, separado estoy de ti,
colinas y valles median entre nosotros;
entre nosotros y nuestra paz,
nuestra felicidad y nuestro dolor.

¡Ah! No puedes ver mi mirada
que hacia ti se dirige radiante;
ni los suspiros, suspiros que remontan
el espacio que nos separa.

¿No habrá nada capaz de alcanzarte,
ningún mensajero de amor?
¡Cantaré, cantaré canciones
que te hablen de mi sufrimiento!

¡Que el sonido del amor burle
todo el espacio y el tiempo
y el corazón que ama alcance
aquello a lo que se ha consagrado!


2. Donde las montañas tan azules

Desde donde las montañas tan azules,
libres de la bruma gris,
dirigen su mirada,
desde donde muere el sol,
desde donde las nubes circundan,
¡ojalá pudiera estar yo!

Allí, en el tranquilo valle,
el sufrimiento y la amargura se apagan.
Desde la roca donde
la primavera en calma medita
y el viento sopla liviano,
¡ojalá pudiera estar yo!

Hacia allí, hacia el sereno bosque,
me empuja el poder del amor.
Dolor interior.
¡Ah, él es quien no me deja moverme,
cuando yo podría, querida, a tu lado
estar eternamente!


3. Velos ligeros en las cumbres

Ligeros navegantes de las cumbres,
y tú, pequeño arroyo, menudo y estrecho,
mi amada bien pudiera observaros,
saludadla una y mil veces de mi parte.

Id a verla, id hasta ella, nubes
que en el silencioso valle meditáis,
dejad que ante ella aparezca mi imagen
en el vaporoso y celestial firmamento.

Si cerca de los arbustos está,
ahora que el otoño palidece y caen las hojas,
lloradle lo que me está pasando,
lloradle, pajarillos, mi sufrimiento.

Silencioso viento de poniente,
lleva hasta la que mi corazón ha elegido,
mis suspiros, que se suceden
como los últimos rayos de sol.

Susúrrale los ruegos de mi amor.
¡Deja, pequeño arroyo, menudo y estrecho,
que en tus olas vea
mis lágrimas innumerables!


4. Estas nubes en las alturas

Estas nubes en las alturas,
estos pájaros que alegremente pasan,
te verán, mi amada.
¡Llevadme en vuestro vuelo ligero!

Estos vientos de poniente juguetearán
contigo, sobre tu mejilla y tu seno,
en tus rizos sedosos se internarán.
¡Compartiera con vosotros ese placer!

Hasta ti, desde esta colina,
el pequeño arroyo se apresura diligente.
¡Si tu imagen en él se refleja,
que al instante la corriente invierta su sentido!


5. Mayo vuelve, el prado florece,

Mayo vuelve, el prado florece,
la brisa sopla suave, amable,
ruidosamente corre ahora el arroyo.

La golondrina, que regresa a su acogedor tejado,
construye, afanosa, su cámara nupcial,
el amor allí dentro morará.

Diligente, de todas direcciones trae
muchas piezas diminutas para el amoroso lecho,
muchas cálidas piezas para los pequeños.

Ahora la pareja vive fielmente unida,
lo que el invierno separó, mayo lo ha unido,
a los que aman sabe bien cómo unirlos.

Mayo vuelve, el prado florece,
la brisa sopla suave, amablemente,
sólo yo no puedo escapar de aquí.

Mientras todo ese amor la primavera une,
sólo para nuestro amor no llega la primavera
y las lágrimas son nuestro único consuelo.


6. Toma, pues, estas canciones

Toma, pues, estas canciones,
que para ti, mi amada, canto.
Cántalas de nuevo al anochecer
a los dulces sones del laúd.

Cuando el rojo crepúsculo avance
hacia el lago, sereno y azul,
y los últimos rayos mueran
tras la cumbre de aquella colina;

Estarás cantando lo que yo he cantado,
lo que yo, con todo mi corazón,
he convertido ingenuamente en sonidos,
consciente solamente de mis anhelos.

Para que estas canciones venzan
aquello que tanto nos separa,
y un corazón que ama alcance
aquello a lo que se ha consagrado




20/3/09

Vinnie


Frente a los perros, yo soy más bien asustadizo por no decir francamente cobarde. Además, no hago discriminación. Cualquier can, grande o pequeño, tranquilo o agresivo, me pone en alerta.

Con Vinnie era distinto.

Cuando supe que tendría que compartir piso con, nada más y menos, un doberman he de reconocer que me tembló hasta el hígado. Pronto me dijeron que era un doberman chiquito, de esos que no crecen más de un palmo de alto y dos de largo. Aún así, su nombre -que me recordaba al demente pintor de girasoles que cortaba orejas- me hacía presagiar que aquel animal, bestia entonces, podría volverse loco y dedicarse a morderme con ahínco.

Cuando nos conocimos, Vinnie me tuvo durante un par de minutos al borde de la histeria. Fue el tiempo que necesitó para olisquearme completamente y comprobar, con un instinto que yo nunca llegué a comprender, que mis feromonas no suponían ningún riesgo para él. Por el contrario, debió intuir que yo era un humano asustado pero, en el fondo, buena persona. Así que, una vez olfateados mis zapatos, mi maleta y mis alrededores se dedicó a sentarse tranquilamente cerca de mí. Yo no entendía por qué aquel animal se empeñaba en buscar refugio a mi derredor, máxime cuando la casa era grande y había un largo pasillo que podía hacer de tierra de nadie entre nosotros. No hubo manera. Por algún motivo incomprensible– pero que más tarde no hube sino de agradecer- Vinnie se encariñó de mi. No fue una amor correspondido durante, al menos, una semana. La rutina hizo que llegara a acostumbrarme a su presencia y que mis nervios desaparecieran. Posiblemente, Vinnie fue también capaz de detectar mi estado de ánimo con ese sentido adicional que muchos animales poseen. Para entonces, él ya había decidido que era mi amigo y que lo sería siempre.

Llovía fuera y un viento de otoño tardío, especialmente fuerte, se batía contra las ramas de los dos robles del jardín. Yo había estado leyendo una novela sentado en el sofá. El calorcito del fuego bajo y la modorra propia de la comida de amigos me venció y decidí tumbarme unos minutos. Entonces lo vi. Estaba en la esquina, al otro lado de la sala, intentando dominar el sueño que a él también le ganaba. Los párpados de sus ojitos se cerraban a intervalos y vi en él una expresión mucho más tierna que en muchos hombres. Me observaba, pidiendo con su mirada que le hiciera un huequito, un abrazo de amigo.

Mi reserva ante él se esfumó y un pequeño gesto de mi mano fue suficiente. Vinnie corrió a mi lado y dio un saltito para subirse al sofá y agazaparse, como un ovillo de lana suave, entre mis brazos. Quedó dormido casi al instante. Pasé mi mano por su lomo y me enterneció su expresión de niño desvalido. Lo acurruqué en mi regazo y me dormí. Cuando despertamos, ya éramos amigos del alma. Ya no era una bestia ni nunca lo volvería a ser. A partir de entonces fuimos inseparables aún cuando, muchas veces, su empeño en dormir en mi misma cama le convertía en un auténtico pelma. Le gustaban los dulces, a poder ser bizcochos de esos que tienen crema por dentro y chocolate por fuera. Yo me reía mucho con él. Tomaba un trozo de pastel y lo sujetaba con mi mano lo más alto que me era posible. Vinnie, que no alzaba un palmo, saltaba los dos metros y pico y suavemente se hacía con el bocado. A su lado, los saltos de los mejores jugadores de basket eran un mediocre espectáculo.

Otro juego que le encantaba era correr alrededor de la mesa, persiguiéndome. A veces, tras tres o cuatro vueltas a derechas, yo me giraba súbitamente y él se hacía el sorprendido pero su cara – porque Vinnie tenía cara de humana expresión- mostraba que de antemano sabía que yo iba a hacerlo. Siempre acabábamos conmigo agotado mientras él estaba dispuesto a dar un millar de giros más. Le gustaba corretear por el jardín, asustando a los gorriones que intentaban coger alpiste de la casita de pájaros que colgaba del roble. Era una tarea compleja para las aves porque debían batallar contra Vinnie y contra una ardilla que, de tanto en cuanto y si mi pequeño doberman no estaba atento, se colaba en el jardín , para llevarse las semillas a su guarida.

Era un animal protector. Tenía bien marcados sus dominios como ellos saben marcarlos. Mi recelo ante los perros no desapareció pero Vinnie me protegía de sus congéneres porque si algún otro se acercaba, él se encargaba de hacerle saber que aquel humano asustadizo tenía un paladín que le protegía. Yo, metro setenta, me sentía seguro tras su cuerpecito de treinta centímetros. Él se complacía en cuidar de mí.

Vinnie se ha ido. Eran ya once años cuidando de la casa y para los de su especie eso es toda una vida. El dios de los perros le ha llamado. No despertó de sus sueños de dulces de chocolate y siestas en el sofá, de praderas verdes y de caricias compartidas. Ha dejado un gran vacío y vuelvo a estar desvalido frente a mis miedos.

Conferencia sobre Hipertexto e Hipermedia

Turín acogerá, del 29 de Junio al 2 de Julio, la 20ª Conferencia sobre Hipertexto e Hipermedia. Es uno de los eventos más importantes en lo que a literatura hipertextual se refiere. Se tratarán temas tan diversos como los modelos hipertextuales, los hipertextos espaciales, hipertextos auto organizados, redes sociales, e-nooks, hipertexto dinámico y adaptativo, etc. Habrá también actividades prácticas y demostraciones.Para obtener más información puede accederse a la página http://www.ht2009.org/

Congreso de Semiótica


Dentro del X Congreso Mundial de Semiótica (http://www.semio2009.org/semiotica/ ) que tendrá lugar en La Coruña del 22 al 26 de septiembre, se celebrará una mesa redonda que tendrá por título La literatura en la era de la comunicación digital en la que Gonzalo Navajas (University of California-Irvine.USA), Germán Gullón (Universiteit van Amsterdam), Túa Blesa (Universidad de Zaragoza), Adolfo Sotelo (Universidad de Barcelona) y Francisco Gutièrrez Carbajo (UNED. Madrid) debatirán sobre el encaje de las literaturas digital y digitalizada en un mundo cada vez más liderado por la imagen y la interactividad.

Al Congreso asistirán, entre otros, los premios Nobel Nadie Gordimer y Orham Pamuk, así como escritores de la talla de Umberto Eco o Salman Rushdie.



19/3/09

Doble personalidad de la literatura digital


El Departamento de Literatura Comparada de la Universidad de California organiza para los próximos días 3 y 4 de Abril una serie de conferencias bajo el título de 4th Annual Comparative Literature Graduate Conference, en Irvine (http://www.humanities.uci.edu/complit/crisis/#). Entre ellas, Rob Schoenbeck presentará su charla Code and the Crisis of Time en el que reflexionara sobre la doble identidad de la literatura digital. Por un lado, el texto que se ve, que se presenta. Por otro, el código fuente que lo genera. Este texto fuente subterráneo puede ser también objeto de análisis y crítica literaria. Esta diferencia dota a la literatura digital de una cualidad no existente con anterioridad. En vez de enfrentarnos a un texto como un todo – característico de la literatura convencional- debemos trabajar con dos que son insuficientes por separado para representar el todo pero que son necesarios forzosamente.

Cumpleaños

Algunas fechas deberían marcarse en los calendarios de manera especial. Quizá en rojo como los domingos y fiestas de guardar. O quizá adornadas con arabescos o iluminaciones de pan de oro, como las de los manuscritos medievales. Una señal que remarque ante el mundo que esa jornada es realmente importante.

Hoy es uno de esos días porque es tu cumpleaños. Y eso significa que un año más contaremos con tu ánimo contagioso, con tu inteligencia, con tu mirada vivaracha, con tu saber estar, con tu humanidad, con esa sonrisa que nos regalas cada día. Es bueno tener amigas como tú y poder atesorar memorias de muchos años de fatigas juntos.

Voy a inspirarme en versos de Benedetti porque ahora sé que te gustan. Hoy te felicitarán todos en el mundo. Lo mereces. Pero yo te felicito un poquito más que el mundo.

16/3/09

104 Vidas


104 vidas (Félix Remírez, 2008) es un collage narrativo en el que ciento cuatro historias se entremezclan en una narración coral. Son ciento cuatro personajes de una ciudad cuyas descripciones y breves historias se combinan entre sí en función de sus amistades y de sus afinidades, dando lugar a miles de enlaces posibles. No existe hilo conductor y es el lector el que debe ir descubriendo las cuitas de cada carácter y las relaciones que este tiene o deja de tener con todos los restantes. Además, la obra incluye enlaces a páginas exteriores de la red que amplían o detallan ciertos aspectos de un personaje. Por ejemplo, si Cindy está ilusionada por viajar a China, es posible saltar desde ese fragmento a una página turística del gran país de Asia.





La obra es flexible en cuanto a su uso y admite cualquier orden de interactividad, sin apenas guión, de modo que eventualmente el lector puede encontrarse inmerso en una catarata de ventanas enlazadas entre sí, siempre en base a las relaciones personales de los personajes. Algunos de los cuales, por cierto, son personas solitarias y, por ello, pueden no tener amistad con ningún otro. El lector debe hallarlos. Otros se conocen sólo del trabajo; otros son amigos; otros mantienen relaciones afectivas. Encontrar todas las posibles relaciones requiere probablemente mucho tiempo del usuario.

104 Vidas incorpora también elementos multimedia y gráficos. Utiliza rutinas de javascript para resaltar el personaje elegido a medida que el lector deambula por la pantalla.



15/3/09

El pintor de memorias


Quizá fuera que la nariz no estuviese bien dibujada. O, acaso, la posición de las cejas. Lo cierto es que el retrato no le agradó. Estaba bien, sí. Pero no era el rostro del que uno pudiera enamorarse. Arrancó la hoja, la arrugó hasta hacerla una bola deforme y la lanzó a la papelera. Encestó sin problemas, tantas habían sido ya las que había arrojado. Hizo una nueva marca en el cuaderno en que anotaba los intentos. En realidad, era el séptimo que completaba. Desde mil novecientos noventa y cuatro a tres o cuatro bocetos por semana... intentó calcular el número total pero desistió.

Necesitaba un descanso. Fue a la cocina y puso agua a hervir. Vertió un poco en una taza. Sacó una bolsita de té rojo y la introdujo con parsimonia. Había ya anochecido y hasta la ventana llegaba el rumor de las olas rompiendo contra el arrecife. Una luna jibosa y amarilla flotaba tras las nubes que, a su luz, dibujaban formas de mujer. Sorbió el té y cerró los ojos intentando recordarla. No pudo. Llevaba demasiado tiempo sin poder dibujar su cara en su mente. Para ser precisos, desde mil novecientos noventa y cuatro cuando de pronto – porque la conciencia de que ya no se acordaba de ella fue súbita- no logró traerla a su memoria. Aquel día – eso sí lo recordaba- buscó sus fotografías por toda la casa pero no había ninguna. Las había roto tras el funeral, en un ataque de delirio y furia. Había jurado contra el cielo y contra todo. Si el destino se la había llevado, él renunciaba a sus recuerdos. La muerte quería que él muriera en vida, sufriendo en cada recuerdo. Se negó a ello. No vagaría en la sombra de las penas que el evocar crea. Lo mejor, pensó, era eliminar los recuerdos, arrancar el dolor que le consumía y despreciar el designio al que había sido condenado.

Se arrepintió un mes después. Rebuscó en la basura, entre libros, por cajones y esquineras. Todas habían desaparecido en el fuego. Necesitaba verla, tener su imagen, llorarla. Así que decidió pintarla. Se puso a trabajar inmediatamente. Siempre se le había dado bien dibujar y pensó que la tarea sería sencilla. Su imagen aún era reciente. Pero siempre fallaba en algo. La mirada no era la suya. A veces, no acertaba en el gesto, o en cómo el pelo negro caía sobre su hombro derecho. Otras, la mirada se le quedaba mate, sin la alegría que ella siempre emanaba. Y el color de su piel. Ese era el mayor enigma. No había conseguido nunca siquiera cercarse. Sus pecas. ¿Eran tres o eran seis? No lo recordaba con certeza. Una vez, allá por el dos mil seis, creyó tener una imagen que casi era la de ella. Pero, cuando pasaron unos días, se dio cuenta de que sólo era una ilusión porque ningún sentimiento se despertaba en su corazón al mirar el cuadro. Lo rompió.

El té humeaba aún. Cerró los ojos y creyó atisbar un nuevo rasgo de ella, uno que había olvidado. Tomó un nuevo folio y lo amarró al caballete. Quizá esta vez fuese la definitiva. Fuera, algunas estrellas titilaron entre las nubes.

De libros


Hoy me permito copiar un párrafo que aparece en el excelente blog “Bibliotecas 2 y pico” (http://bibliotecas2ypico.wordpress.com/2009/01/23/libro-y-lectura-multisensorial/) de José Ángel Maestro sobre el valor del libro convencional:

Con esta imagen quiero decir que un ebook será una cosa muy práctica y útil en determinadas circunstancias o para determinadas personas, y hay que aceptar esa posibilidad que ofrece la tecnología al mundo del libro… Pero igual que un parque no sustituye a la misma naturaleza, el ebook no puede sustituir al medio natural de la lectura, que es el libro, porque el zumbido del microprocesador no es lo mismo que el sonido que se produce al pasar página. El libro es un dechado de imperfecciones (papel barato, tinta de se te pega en los dedos, el filo de la hoja que a veces que corta el dedo como una navaja, se moja y queda hecho unos zorros…) pero tanta imperfección junta produce un objeto perfecto porque te permite esa lectura multisensorial.

¿Podrán los artilugios digitales lograr algo semejante? Seguramente, pero va para largo. ¿Podrá la literatura digital (no la digitalizada) tener su Goethe, su Cervantes o su Benedetti? Seguramente, pero también parece ir para largo.

Kumo


Microsoft ha anunciado que posiblemente hacia finales del 2009 sacará a la luz el buscador de clave actual KUMO que pretende ser el primer buscador que hace uso de la teórica potencialidad de la web 3.0 y de su teórica – y aún no desarrollada- capacidad semántica.

Desde el punto de vista comercial, pretendería desbancar a Google, tarea complicada sin duda. Ahora bien, de lograrse una auténtica búsqueda semántica es muy probable que eso llegaría a ocurrir si Google no se adaptara a la nueva circunstancia.

Pero no es sólo una cuestión de encontrar un motor de búsqueda correcto sino de acumular una vasta información, cosa en la que Google lleva ventaja. Mi intuición me dice que un auténtico buscador cognitivo está aún muy lejos y veremos más bien maquillajes de la tecnología actual en base a nuevos interfaces.

12/3/09

La charla



Inicialmente creí que era un primo distante, o uno de esos conocidos anónimos que le recuerdan a uno de haberlo visto de cuando era niño. En realidad era un tío de ella que, embarcado en un vapor rumbo a la Argentina, había desaparecido de la ciudad por casi treinta años. Esa mañana, tuve una de las pocas conversaciones largas y entretenidas que he podido disfrutar desde que murió Estela. Me habló de los porqués de su marcha y de una novia rubia chilena de senos portentosos- así lo dijo- y cintura imantada que le había robado la razón por varios años hasta que una considerable cantidad de ron cubano acabó por ahogar los amores. Memorias tozudas que, de tanto en cuanto, volvían a la superficie como esos marinos muertos que, tras muchos años, aparecen flotando cerca de una playa para volverse a sumergir antes de que nadie pueda recogerlos y enterrarlos para siempre.

Saqué de la alacena la botella de vino blanco que me regalaron los compañeros del torneo de mus por navidad. Y es que, no se lo dije, pero Chus y yo no tuvimos rival. La vista la tenemos ya corta, los naipes nos tiemblan en las manos y las señas son torpes pero en esto, como en todo, la experiencia es un grado y el dar órdagos con sólo una pareja de doses sin inmutarme es algo que se me da muy bien. Bebimos un par de copitas y las lenguas se liberaron pronto.

Me preguntó por su sobrina. Había sabido de su muerte porque un amigo se lo había dicho una noche en una taberna de Puerto Madero. Sonrió y se disculpó al instante. No, no se alegró de su fallecimiento ni su expresión de felicidad tenía que ver con ella. Es que aquella noche – atinó a decir- tuvo una piel suave por última vez entre sus manos. Y de eso hacía ya diez años. Los mismos que mi alma se sentía tan sola.

Le pedí que me contara de la niñez de Estela y fue como completar un diario al que le faltan páginas. Tonterías, cosas pequeñas, escenas rememoradas de comidas en el campo, de muñecas que ella acunaba y de las que yo nunca supe, de anécdotas a la salida de las clases de francés, de un primer novio que nunca citó, de un vestido rojo que cosió ella misma para una verbena de julio. Me dio la llorera, no sé bien si por su recuerdo o por el vino. A él también cuando el alcohol dibujó a la rubia en su mente y avivó la ansiedad de sentir su aroma a lavanda fresca una imposible vez más.

- Somos unos viejos chochos y llorones- dijo.
- No nos queda otra cosa ya- contesté
- ¿Tú crees?


No, no lo creíamos. Porque ambos habíamos tenido el privilegio de sufrir por amor. Yo, por su sobrina Estela; él por la chilena. Habíamos vivido con ilusión, errado con afán y sentido con pasión. Mejor llorar por ellas que ser uno de esos niñatos que se realizan – así llaman a estar atado a la galera ahora- en su puesto de trabajo.

Nos terminamos aquella botella y otra más.





11/3/09

Blog y literatura


La casa encendida
(http://www.lacasaencendida.es/LCE/lceCruce/0,0,73537_1922474_73579%24P1%3D16,00.html) organiza un taller titulado Blog y Literatura que se celebrará del 23 al 27 de Marzo en su sede de Madrid.

Serán ponentes Marisol Oviaño, José Antonio Millán, Miguel Pérez de Lema y Carolina Otero. Las plazas son limitadas.

10/3/09

Flight Paths

Flight Paths ( http://www.flightpaths.net/ ) es una novela creada en colaboración a través de Internet. La idea original es de Kate Pullinger and Chris Joseph. Se pueden añadir videos, relatos, textos, sonidos, fotografías para hacer un patchwork de informaciones que narren la historia de Yacub, un hombre que cayó del cielo. Aunque está organizada en capítulos, la narración es forzosamente fragmentada y, en ocasiones, deja de interesar. No obstante, tiene la virtud de que incluye tanta información en cada ventana que despierta cierta curiosidad.

Tierra de extracción

Tierra de Extracción (http://www.newmedios.com/tierra/intro.htm ) , del peruano Doménico Chiappe y Andreas Meier es una novela digital que narra, de manera fragmentada, la irrupción de una petrolera en las selvas venezolanas en torno a seis historias diferentes y breves. Es una obra dura en ocasiones, con textos cortos – 63 escenas individuales- que despiertan el interés pero que quedan cercenados pronto ya que no hay hilo conductor establecido y es el lector el que debe buscarlo. El problema, es que uno puede aburrirse antes de encontrarlo ya que esa búsqueda de que diversos momentos temporales estén accesibles simultáneamente hace que la historia pueda ser o no atractiva como globalidad en función de la “suerte” del lector al encontrar un camino. Aún con este riesgo, en este trabajo la palabra, por muy fraccionada que esté, sigue siendo la parte fundamental y por ello podemos hablar de auténtica literatura digital. Los elementos adicionales son adecuados, crean una atmósfera interesante y condicionan mentalmente para explorar la cibernovela. La estructura no es caótica y muchos de los diversos capítulos comparten un formato más o menos unificado que ayuda a orientarse. Es una aplicación informática que es voluminosa (casi 100 megas para descargar). No es de extrañar que su desarrollo haya exigido al autor y sus colaboradores más de diez años hasta lograr la versión definitiva que ahora puede descargarse de Internet (http://www.ciberliteratura.com/profiles/blogs/tierra-de-extraccion-una ) o leerse en línea (http://www.newmedios.com/tierra/ ).

Desde el punto de vista digital utiliza una estructura simple de hipertexto en que cada enlace tiene una animación visual , sonora y textual.

9/3/09

E-literatura

Laboratorio de escritura organiza un curso de literatura digital en Barcelona (http://laboratoriodeescritura.com/laboratorio/literatura-internet/) dirigido a las personas interesadas en combinar la creación literaria con los nuevos medios digitales. Tendrá lugar del 6 de Marzo al 17 de Julio con un total de 34 horas de duración.

El temario es:

* Introducción.La literatura creada con nuevos medios: especificidades, definiciones y primera aproximación. (1 sesión)

* Antecedentes: Pensamiento, Literatura y Tecnología.Reflexión cronológica sobre las principales ideas, experimentos y corrientes literarias y desarrollos tecnológicos que han configurado y posibilitado la creación literaria en nuevos medios.

* Breve taxonomía de obras literarias creadas con nuevos medios.Aproximación y revisión de diferentes tipos de obras que existen en el entorno digital.

* Fundamentos generales de programación.Panorama sobre los lenguajes computacionales, sus características fundamentales y especificidades

* La gran red de lenguaje.Estudio de las posibilidades que ofrece Internet como espacio para la creación literaria, pensando en la World Wide Web como una enorme fuente de materias primas a ser explotada creativamente.

* Programación para Internet.Sesiones prácticas en las que se aprenderán los lenguajes y técnicas básicas para la creación de páginas web, que permitirán a su vez la experimentación de la escritura en entornos hipertextuales e hipermediales.

* Reutilización, remezcla, apropiación.Presentación y estudio de técnicas para un uso creativo de plataformas basadas en Internet, tales como Facebook o Google Maps.

Debate


Hoy día 9 se celebrará en la sede de FNAC en Valencia (Guillén de Castro 9) a las 19.00 horas una mesa redonda sobre el impacto de la Web 2.0 en el mundo del libro, la literatura y los hábitos de lectura. Participarán como ponentes Marcos Ros-Martín, Javier Leiva, Jorge Serrano-Cobos y Javier Celaya.

8/3/09

Premio de relato corto "Las redes de la memoria"


Mi relato "El Bou Solitario" ha obtenido un accésit en el I Premio de relato corto "Las redes de la memoria" organizado por la Sociedad cultural Globalkultura de Bilbao. Al parecer, ha sido el segundo que más votos ha obtenido por parte del jurado, lo que agradezco mucho. El ganador del Certamen, y más votado, ha sido Carlos Bajo con su relato "Carbón en la piel".

El relato será publicado en el libro que Globalkultura editará con los 10 finalistas.

Riesgos digitales para la literatura

Si bien, la era digital aporta beneficios – potenciales, al menos- a la literatura ( facilidad de edición, digitalización masiva, capacidades para desarrollar literatura digital, posibilidad vía blogs de que muchas más personas sean leídas) es también cierto que amenaza significativamente a la lietaratura (ver por ejemplo este post) . Las ventajas antes citadas viene sobre todo del formato, del soporte, al menos hasta que una verdadera literatura digital se desarrolle. Las desventajas, sin embargo, llegan del fondo de la cuestión. ¿Ayudan los medios digitales a leer más o leer menos? Porque, si se lee menos, literatura y digitalidad serían antagónicas.

Un reciente estudio del Departement des Études de la Prospective et des Statistiques del Ministerio de Cultura francés
muestra que las generaciones educadas en un ambiente digital leen mucho menos que sus padres. Estudiando los comportamientos de los jóvenes de 10 a 24 años que Sylvie Octobre, la autora, considera “nativos digitales” ya que toda su vida se ha desarrollado rodeada de ordenadores e Internet. Estos jóvenes pasan de 13 horas de media por semana conectados a Internet y el 80% de ellos tiene acceso a la web, lo que representa un 40% más que la media de la población. Asimismo, entre ellos, el uso de blogs o redes sociales es decenas de puntos porcentuales superior al resto del país.

Pues bien, esos nativos digitales leen mucho menos, incluso si proceden de familias con altos hábitos de lectura. En hogares en donde el 80% de los padres son asiduos lectores, sólo el 48% de los chicos leen. Las generaciones que viene leen menos, lo que es obvio es mortal para la literatura. La autora analiza como las formas de estudio y enseñanza basadas en el juego y en el video juego pueden tener consecuencias muy desfavorables; estudia la sustitución progresiva de las enciclopedias tradicionales por enciclopedias on-line poco rigurosas (cuando no falsas), la menor disposición a la lectura detallista y reflexiva en favor de una lectura fragmentada y lúdica, y el nuevo rol que las instituciones culturales debieran tener en un mundo donde el acceso a los contenidos culturales se ha modificado profundamente.

El amor, las mujeres y la vida

Releo El amor, las mujeres y la vida (Colección Visor, 1995. 14ª edición en 2009) de Mario Benedetti, un clásico entre los poemarios de amor. Algunos tan célebres – y tan bellos- como A la izquierda del roble. Otros tan cotidianos, pero tan profundos en su cotidianeidad , como Los formales y el frío o Amor de tarde. Otros tan reflexivos como Te quiero. Algunos tan ensoñadores como Yo estaba en otro lado.

Finalmente todo se reduce a encontrar al ser amado, a reposar en él, a encontrar la Almohada de las esperanzas y la paz. A ver su sonrisa de Arco iris. Es el amor el que lo mueve todo. Amor que se manifiesta como alegría, como añoranza, como pena, como complicidad, como soledad compartida, como ideales al unísono, con erotismo, como lucha revolucionaria, como ternura siempre.

Benedetti es directo, sencillo, huye de las imágenes rebuscadas y grandilocuentes, del artificio y toca el corazón con la realidad, con el amor cotidiano – y maravilloso-, con el verso que no necesita bataholas para ser poema porque, precisamente, es ya poesía.

7/3/09

Editorial de libros electrónicos


Barnes & Noble que es posiblemente la mayor cadena de librerías del mundo ha anunciado que comprará Fictionwise, editorial dedicada a la comercialización de libros electrónicos, por un importe de dieciséis millones de dólares. Barnes & Noble efectúa este movimiento estratégico en vista del desarrollo importante que el libro digital está teniendo. La propia Fictionwise ha creado una entrada dentro de su sitio web (http://www.fictionwise.com/bn.htm ) para informar del hecho.


Tarde de lluvia



Atardece y es un día de lluvia,
de esos en los que hay claros en el cielo
y un tímido sol se asoma entre nubes mustias
creando arcos iris grises, tristes, solitarios,
heridos por la angustia de tu marcha.

Alguien canta Alfonsina y el mar sobre acordes de arpa
y te imagino viajando con las sirenitas del cielo
que te llevan por caminos de algas y coral.

No estás. La lluvia cae y lo hace en silencio,
como una punzada sorda de dolor en el alma.
No, no es el alma la que sufre
porque duele el cuerpo,
porque pena esta carne que tanto te necesita,
esta piel que te extraña,
estos ojos que te buscan con ansiedad,
esta memoria que necesita el recuerdo de tu rostro.

La lluvia me acompaña en la desdicha
y las gotas, cómplices de mi tristeza,
escriben tu nombre en el cristal mientras cae la noche.
Aflige tanto tu ausencia, mi compañera.




4/3/09

Hemeroteca digital


La Biblioteca virtual de prensa histórica, una hemeroteca digitalizada http://prensahistorica.mcu.es/es/estaticos/contenido.cmd?pagina=estaticos/presentacion ) promovida por el Ministerio de Cultura, las Comunidades Autónomas y otras instituciones de la memoria histórica. Hasta la fecha hay digitalizadas casi cuatro millones de páginas y cubren un periodo histórico que se remonta a finales del siglo XVIII.

Periódicos en e-paper

El grupo de comunicación Hearst Corporation (http://www.hearst.com/) prevé lanzar durante este año un lector digital pero mucho mayor que los actuales, de modo que vaya acercándose al tamaño de un periódico. De momento se quedarán en un A4 pero esto ya es mucho más grande que la superficie de lectura disponible, por ejemplo, en el Kindle o el Sony Reader. Por otro lado, es posible que el soporte pueda ser plegable lo que ya irá acercando aún más los e-paper y la e-ink al papel convencional. En este sentido, siguen un camino similar al que inició Plastic Logic no hace mucho . La noticia ha salido publicada en la edición digital de Fortune .

Ciertamente, dos de los problemas importantes de los lectores digitales actuales (por mucho que el marketing los muestre como gadgets maravillosos) son su escaso tamaño y su menor portabilidad en comparación con el papel. Sin contar con la enorme diferencia en coste.

2/3/09

Walking across the Atlantic


Walking across the Atlantic de Billy Collins (http://www.bcactionpoet.org/walking%20across%20the%20atlantic.html ) es un poema visual elegante y bien construido. Combinando voz y sonidos puramente marinos con imágenes del océano, de gaviotas, de seres solitarios, visiones desde debajo del agua y texto logra una atmósfera que cautiva y que realza el poema en sí mismo.

1/3/09

Typographic Links

Typographic links, de Dan Collier (http://dtcollier.co.uk/ ) no es literatura digital porque es un libro en papel. Pero es un curioso hipertexto en el que los enlaces se muestran mediante hilos que unen los saltos de una manera coherente para que el lector quede interesado. Una especie de prehistoria de la digitalidad. Sólo por su originalidad ya merece ser explorado.