3/11/10

Algunas razones por las que un libro en papel gana a los electrónicos en los viajes





El lector de libros electrónicos es cómodo, pesa poco y permite albergar numerosos contenidos en su memoria. En un viaje, estas tres cualidades son altamente atractivas. Cualidades que también pueden atribuirse a un tablet ya que la peor visibilidad bajo el sol poco afectaría dentro de un avión o de un tren. Acaso, un mayor cansancio de la vista

Entonces, ¿Por qué tan pocos viajeros llevan un lector de e-books o un Ipad y, por el contrario, muchísimos llevan un libro en papel? Algunas de las razones son:


- En un vuelo, por ejemplo, los aparatos electrónicos deben desconectarse durante periodos considerables. Desde que se cierran las puertas del avión hasta que se alcanza la altitud de crucero (este tiempo puede llegar a ser de una hora o más si la fase de taxiing se alarga; desde que se inicia el descenso hasta que el avión queda aparcado en el terminal (una media hora); en ciertos momentos en que el capitán pide que se apaguen los dispositivos por alguna interferencia o por motivos de seguridad (ahora en algunas compañías se prohibe el uso de elementos electrónicos durante la última hora de viaje por motivos de seguridad, sobre todo si se sobrevuelan los Estados Unidos); etc. Por otro lado, cuando sirven las comidas, hay que apagar todo porque simplemente no hay sitio, excepto que renunciemos a comer (lo cual, dada la calidad de los menús en las compañías áeras no es ninguna mala idea). Si se está leyendo en un laptop, hay que apagarlo cuando los pasajeros se echan a dormir ya que cuando el pasajero de delante reclina el asiento hacia atrás es físicamente imposible tener abierto el ordenador (excepto que uno sea lo suficientemente afortunado para volar en business class). En un vuelo, digamos de Madrid a Chicago, de 9 horas, en casi la mitad no podriamos leer nada. Es de lo más usual ver a pasajeros trabajar en el ordenador y, cuando se prohibe hacerlo, coger el libro en papel.

- Las baterías pueden agotarse. Es cierto que un lector de tinta electrónica consume muy poco y es cierto que los nuevos tablets pueden aguantar diez horas con una batería. Pero esto ocurre con baterías nuevas. Con el tiempo (desgraciadamente, muy poco tiempo), las baterías se degradan y es de lo más habitual tener que apagar cualquier aparato porque la batería se acaba. O, alternativamente, llevar varias en la maleta con el engorro de peso que supone y con la casi siempre doble inspección al pasar por el punto de seguridad.

- Los dispositivos que se promocionan con lectura desde la nube fallan casi siempre porque, hoy por hoy, no hay cobertura WIFI en muchos lugares, ni en túneles ni en la mayoría del espacio aéreo (al menos, a un coste razonable). Tengo experiencia directa de no poder leer en un tren de alta velocidad durante el 90% del trayecto porque la conexión en los túneles no se mantiene. Algo similar ocurriría en el metro. Mientras la conexión WIFI no sea global, el leer desde la nube no es razonable. Por último, el precio en roaming es muy elevado.

- Normalmente, hay una tendencia a no facturar o, en vuelos largos, a meter todo lo indispensable- que es mucho- en el equipaje de mano por si nos pierden la maleta. Así, casi siempre, el maletín va repleto y, además, se trata con poco cuidado. Hay que apretarlo en los compartimentos superiores o lo aprieta otro pasajero que llega después y empuja hasta acomodar su maleta. O va bajo el asiento delantero, aprisionado entre hierros y pies. La consecuencia de todo ello es que lo que va dentro del maletín se deforma, se comprime, se calienta. El papel lo aguanta bastante bien. El libro convencional puede curvarse, o arañarse, o deformarse, pero sigue valiendo. El dispositivo electrónico se rompe. Algo similar ocurre cuando nos entra sueño y dejamos el libro en el bolsillo del asiento siempre repleto de revistas, propsectos de seguridad, la botella de agua, los restos de la comida, la manta y la almohada. Un libro lo aguanta todo. Un lector, un teléfono, una calculadora, se estropean (un ordenador ni siquiera entra en tan poco espacio y, o molestamos a los vecinos, o lo dejamos sobre nuestras rodillas).

- Algunas veces nos olvidamos de cosas en el avión. Si es un libro, seguramente no pasa nada. Una pérdida de 15 €. Si es un lector digital o un Ipad son varios cientos de euros. Un libro incluso te lo devuelvan. Un aparato electrónico, muy improbable (al menos a mí me ha ocurrido ya en dos ocasiones y no ha habido almas generosas que lo hayan devuelto).


- Las restricciones por área geográfica son un problema. Supongamos que me he comprado el dispositivo lector en Europa y, una vez en América, quiero descargarme un libro. En muchos casos, simplemente no podría porque el sistema reconocería que el hardware es europeo o que la conexión roaming pertenece a un usuario europeo.









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