30/9/12

Cello Challenge





Cello Challenge es una simulación digital en red sobre interpretación de una obra clásica al violoncelo. En este caso, se trata de intentar que "El Cisne" de "El carnaval de lo animales" de Saint Saens suene dignamente, algo que ya aviso no es nada fácil porque, a poco que uno se descuide, las cuerdas virtuales del instrumento chirrían horriblemente. El juego está promocionado por la Orquesta Filarmónica de Berlín.

29/9/12

Liber 2012





El próximo miércoles se inaugura la trigésima Feria internacional del libro, LIBER, en Barcelona. Durará hasta el día 5. Como en años anteriores, incluye el salón LIBER DIGITAL que recoge la parte de la exposición dedicada al libro electrónico y a los lectores electrónicos. En este espacio habrá también una serie de disertaciones ("Corner digital") con interesantes conferencias cada jornada. Entre ellas, podemos destacar "e-Libro Distribución global de ebooks en español", "CodeMantra:El ePub no tan estándar en una nueva era de tabletas", "Libranda y las bibliotecas", "Libros bajo demanda. Evolución, oportunidades y sinergias eBook" o "La semántica aplicada a los e-books y la lectura digital" entre otras.
La web de la feria puede encontrarse en este enlace.


28/9/12

Babel Borges



Babel Borges es un completo portal que promueve el estudio y difusión de la obra de Jorge Luis Borges, disponible en inglés, francés y español. Un sitio que busca abordar por igual la vertiente literaria y filosófica del escritor.
 
El interface está muy cuidado, de gran calidad, agradable a los sentidos, elegante y fácil de comprender como corresponde a un proyecto que busca la didáctica y no la sorpresa. El sitio sirve de punto de encuentro, soportado en el concepto de agregador, de las obras borgesianas, así como de un repertorio de análisis críticos y de una aproximación al cine (aún no disponible aunque el portal dice que lo estará en el 2011) que tiene relación con sus trabajos.
 
El proyecto ha sido dirigido por Carolina Ferrer.
 
 
 
 

27/9/12

Ínternational Conferece on Electronic Literature



Llega la fecha del evento ya anunciado en agosto, en Biblumliteraria.
 
El Instituto Franklin y la Universidad de Alcalá de Henares han organizado para los próximos días 4, 5 y 6 de octubre, en Alcalá de Henares, la primera Conferencia Internacional sobre Literatura electrónica y Artes visuales. 

Contiuar leyendo la entrada original. Infomación actualizada en este enlace.

Cybergeddon





Cybergeddon es una webserie entre lo literario y el telefilm, entre el cine convencional y el multimedia, un thriller ambientado en el mundo del crimen organizado y ataques a la seguridad cibernética. Se trata de un proyecto conjunto entre Anthony Zuiker (el creador de C.S.I.) y Yahoo para desarrollar un sitio interactivo sólo visualizable en Internet que combina capítulos de vídeo con un juego, fotografías, sinopsis, textos, así como acceso a redes sociales. Para dar más verosimilitud a la trama de atentados informáticos, los creadores han contado con la participación de expertos en virus de la firma Norton (que, obviamente, aprovecha para colar mensajes publicitarios).

26/9/12

Paths of Memory and Painting





Paths of Memory and Painting de Judy Malloy es una historia de amor, o de casi amor, en plena guerra mundial, que se presenta ante el lector como tres escenas, tres recuerdos que la protagonista, Dorothy, artista aficionada, tiene acerca de una cena que disfrutó con Gus al poco de caer viuda. Unas memorias que se narran cincuenta años después y que, por tanto, aparecen fragmentadas y rotas por el tiempo. Cada escena es una combinación de parte de la conversación con el hombre e ideas sobre el trabajo artístico de ella misma y de otros colegas. El texto se desarrolla automáticamente pero el lector impaciente puede forzar el avance del mismo mediante los enlaces.

El texto, lo que se cuenta, la palabra es fundamental y, por tanto, podemos afirmar que se trata de literatura.

Como siempre en los trabajos de Malloy hay una elección por interfaces chillones y colores chirriantes que desmerece del resto.




 



24/9/12

Negativland




Negativland es un relato hipertextual e hipermedia en francés muy interesante, con un interface sobrio que da relevancia al texto, a la historia. A medida que avanzamos en la lectura podemos adentrarnos en los pensamientos optimistas o pesimistas del protagonista (según cliquemos en un enigmático «_$%/§%&/». ), en un proceso fragmentado, dirigido sólo - o casi- por cómo interaccionemos con el relato.
 
Digo casi, porque sí que hay dos partes bien diferenciadas. En la primera, nos aparecen dos mensajes en los cuales cada letra da pie a pensamientos diversos a medida que movemos el ratón por el texto. En la segunda parte, mucho más elaborada, hay cinco secciones llamadas «Votre maison», «Votre travail», «Votre vie sociale», «Vos regrets» y «Vos ambitions» que también pueden ser exploradas desde el optimismo o desde la negatividad, comprendiendo el lector, al final, el pensamiento del protagonista.




23/9/12

Viaje en tren







Héctor es vendedor de componentes industriales en una empresa modesta. Lleva varias décadas en el puesto y conoce bien un oficio que le da de comer al estómago pero no le alimenta en el alma. Cada lunes se dirige a la estación y emprende viaje para visitar un rosario de clientes que le conocen y le esperan para dejarle siempre bien claro que él es el proveedor. Regresa los viernes a su pequeño apartamento en Barcelona, el que tuvo que alquilar apresuradamente cuando se separó de Merche. Bueno, para ser exactos, cuando ella le plantó las maletas en la puerta alegando maltrato sicológico, ausencia continuada (y, en esto, tenía más que razón) y la necesidad de ser feliz junto al taxista extranjero, griego o bosnio o algo así, del que se había enamorado. La casa era de ella y la ley catalana es de separación de bienes por defecto, de modo que hubo poco que discutir. Menos mal que ocurrió un lunes, así tuvo toda la semana para encontrar, tirando de teléfono, un sitio donde dejarse caer el viernes mientras visitaba fábricas y dormitaba en hoteles a cargo de la empresa. Lo del taxista le ha hecho enemigo de todo el que haya nacido fuera de las fronteras. Está cerca de la xenofobia pero él opina que sólo defiende lo suyo.
 
Muchas veces piensa que su verdadero hogar es el tren. Pasa tantas horas en él que conoce a los revisores y a los tipos que expenden los billetes. Hasta a los jefes de estación se conoce. Y a muchos de los pasajeros que, como él, repiten trayecto cada semana.
 
Hoy tiene que llegarse hasta Granada. Son bastantes horas, así que ha comprado tres periódicos deportivos. No es que no le interese la política o la economía pero no tiene el cuerpo como para leer sesudos análisis que siempre dicen lo mismo. Matará las horas con goles y fichajes de invierno para que las horas no le maten a él. Lleva un bocadillo que se ha preparado antes de salir del hotel con un poco de pavo envasado que compró en el súper y pan recién horneado en la panadería de la esquina. Luego, si acaso, cenará algo más sólido.
 
El paisaje que se desliza al otro lado de la ventana es uniforme y gris. La tierra está aún yerma y los árboles desnudos de verde. Un tul de nubes plata cubre el cielo hasta el horizonte y la luz del sol se filtra sólo tenuemente a su través. A ambos lados dormitan campos simétricos de surcos paralelos y terrosos. Los postes cruzan rítmicamente y a ratos la carretera discurre paralela. Héctor se entretiene comprobando si los coches van más deprisa que el tren u ocurre lo contrario. Tanto da, pero con algo hay que pasar el rato. Se adormece. Sabe que roncará y eso le suele provocar una vergüenza propia que le turba. Pero hoy no hay nadie junto a él, así que se deja llevar por el sopor. Apoya la cabeza y se afloja la corbata. Nota que babea un poquito antes de que los ojos se le cierren del todo.
 
Se despierta con el anuncio por el altavoz de que Albacete está cerca. Hace calor y se siente sudoroso. Siente los labios cuarteados y su garganta está seca y ácida. El cielo se ha limpiado y el sol se refleja en los raíles brillantes. Se frota los ojos y se mueve inquieto en el asiento. Un periódico ha caído al suelo, lo pisa sin querer y, al darse cuenta, lo recoge arrugándolo. Apenas lo ha leído. 
 
Se sobresalta. No se había percatado de que ya no está solo. Enfrente, mirándole, hay una mujer con un crío en brazos. El niño duerme con los pies descalzos y la mujer parece cansada. Héctor se revuelve en el asiento. Ella parece hindú. Lleva un vestido que se lo parece. No le gustan los extranjeros, sobre todo los croatas, o los bosnios o de donde coño que fuera el taxista que le puso cuernos de morlaco zaíno y encarado. Tampoco le gusta esta mujer. Se cambiaría de asiento pero está cansado para hacerlo. Además, si alguien le viera, pensaría que es un cabrón. Y no quiere que piensen eso.
 
La mujer le mira pero no dice nada. Igual, ni sabe español. Son así, nunca se integran, piensa. Hace calor en el coche. Como siempre, el jodido termostato debe estar estropeado. Tiene sed. El niño se mueve en el regazo de su madre y se despierta. Lo que faltaba. Si le molestan los extranjeros adultos, aún más los críos.

El chico habla con la mujer. Le pide algo y la señora le contesta pero la respuesta no debe ser del agrado del chiquillo porque protesta y lloriquea. Lo que faltaba ahora, un llorón para el resto del viaje. No hay cosa peor. Si ya lo sabe él, que esta gente no da más que problemas por donde van. Sigue revuelto y gritando. Dan ganas de darle una colleja pero su madre no lo hace. Al contrario, le sonríe y le acaricia.
 
Se afloja aún más el nudo de la corbata. Suda y el paladar le arde. Venga a pagar impuestos para que no sean capaces ni de regular decentemente la temperatura de un vagón. Tiene una sed que se muere. El niño sigue protestando y Héctor deduce que también tiene sed. Su madre debe estar asimismo sedienta pero mantiene la calma, llena de una paciencia y una ternura por su pequeño que le turba. Él siempre quiso tener hijos con Merche pero no hubo suerte. Algunas veces, cuando se ha tomado un par de gin tonics de más y la melancolía se le pega como el sudor, imagina cómo hubiera sido la vida con un chaval correteando por la casa, cómo hubiera sido hacer castillos de arena a la orilla de la playa o corretear en patinete por el parque del noroeste, o sentarse en los bancos corridos del circo. Hubiera sido como un salvoconducto para su vida. Ella no se hubiera dejado encandilar por el griego, o el búlgaro o de dónde coño fuera el tipejo, porque su instinto de madre le hubiera atado a él. La tendría todavía.
 
Mira al niño. Tiene sed. Él tiene sed. Hay que joderse, piensa, se está enterneciendo por un extranjero. Le apena verlo así.
 
Se levanta. El tren se balancea a derecha e izquierda por un tramo de curvas cortadas entre peñascos. Las acacias parecen alambres desnudos enredados en la bruma. Camina hasta el vagón restaurante. Hay dos tipos tomando una cerveza, apoyados contra la ventana y gesticulando con ademanes intempestivos. El camarero le mira y le hace un gesto que basta como pregunta. Pide dos botellines de agua fría. Son cuatro euros. Serán ladrones, piensa. Seguro que manipulan el termostato hacia arriba para que no haya más remedio que comprar bebida. Pide el ticket porque lo cargará en los gastos de viaje de la compañía. Total, podría pasar la compra de un Ferrari porque ni Dios mira los conceptos, sólo atienden a que haya un jodido papel que archivar en gruesas carpetas. Pero como es gilipollas y es honrado, casi nunca ha colado gastos impropios. Bueno, un par de veces, para qué va a engañarse.
 
El tren ha disminuido su velocidad y ahora viaja paralelo a un río ancho que no sabe ubicar en el mapa. Se tambalea al avanzar por el pasillo con un botellín de agua en cada mano. Llega a su asiento. La mujer sigue hablando con calma al chiquillo. Le sonríe, le debe estar contando alguna historia. Es evidente que no tiene dinero para malgastarlo en el bar. La observa con cierto detenimiento, casi con desfachatez. Viste una túnica estrafalaria para su gusto, entre amarilla y verde. La señora lleva pintado un lunar en la frente y esto le confirma que debe ser originaria de la India. No es muy joven. Estará cerca de los cuarenta. Algunas arrugas se esconden en sus sienes y el pelo, aunque es negro intenso, está manchado con motas claras. Se la ve cansada pero es bella. El niño se le parece. La misma cara afilada, los mismos ojos profundos, la misma nariz pequeña, sin duda es hijo suyo.
 
Se sienta dejándose caer en el asiento. Abre una botella y bebe un buen trago. El líquido le calma el calor y la botella fría le refresca las manos y el cuerpo.  
 
El chico se ha callado. Sólo le mira. O, mejor dicho, mira a la botella, a las gotitas de agua que se condensan en el plástico transparente del recipiente. Su boca, inconscientemente, se entreabre y su lengua parece querer llegar, como la de un camaleón, hasta el agua. Los ojos de la mujer muestran la misma sed, el mismo cansancio, la misma ansia, pero se contiene y desvía la mirada hacia el niño, peinando su cabello.
 
¿Dónde estará ahora Merche?, piensa. En brazos del cabrón ese ruso o ucraniano o húngaro o lo que sea. El frío de la botella le va sacando de su abotargamiento. El crío sigue mirando hipnotizado el botellín. Recuerda que ni se acordó del día del último cumpleaños de Merche. Estaba ocupado, intentando cerrar una venta que le importaba tres cominos pero se puso ciego de coñac con el cliente y se le pasó. Y ella le estuvo esperando para cenar. Se enfadó mucho. Aunque no más que los tres aniversarios anteriores, para ser honestos. Esos descuidos los achaca a su mala memoria. Lo malo es que el griego o el bosnio o lo que fuera, sí le regaló un ramo de rosas blancas. Ella le dijo que eran de su madre pero luego supo que le mentía.
 
La mujer le mira y Héctor le devuelve la mirada. Ella sonríe. Él permanece impasible. No le gustan estos extranjeros que arruinan matrimonios. Si, al menos, hubiese tenido un hijo con Merche. Eso lo hubiera arreglado todo pero ella no quiso. Le decía que no la hacía caso, que la abandonaba, que se sentía sola, que no podía formar una familia con un indecente como él. ¿Sola? Pamplinas, más jodido ha estado siempre él viajando.
 
Mira a lo alto. Sabe que se miente, se ha engañado siempre. Sabe que no la hacía ni puñetero caso, sabe que el griego- porque era de Atenas, aunque denigre todo lo que es de fuera de Barcelona- era un hombre bueno y cariñoso, que moría por sus huesos, que moría por darle todo el cariño del mundo. Sabe que fue él el que lo jodió del todo. Sabe que aprovechaba sus viajes para visitar mulatas en clubs de carretera. Sabe que la amargura se la ha ganado a pulso.
 
El niño le sigue observando.
 
Héctor abre la otra botella y alarga su brazo hacia ellos. Les ofrece el botellín. La mujer duda, sin atreverse a aceptar el regalo. Él insiste con un gesto y ella toma el agua. Se la da al chiquitín que bebe con ansia más de media botella. Sólo entonces ella se permite tomar un sorbo. La de las gracias veinte veces en inglés. Héctor hace un ademán con la cabeza y sonríe. Ella, le hace saber que el chico se llama Jayin.
 
Granada está cerca. Se acerca al vagón restaurante y compra otras tres botellas. Regresa y se las entrega a la mujer que le vuelve a agradecer lo que está haciendo. Baja la maleta del estante y se dirige a la puerta. Anuncian la entrada en la estación por el intercomunicador. Desciende sin mirar atrás.
 
Una hora después le recibe el primer cliente, uno que se dice amiguete, o sea alguien que no es amigo en absoluto.
 
-          -- ¡Hombre, Héctor! Ya te estaba esperando. ¿Sigues sin tragar a los foráneos…unos cuernos pesan mucho, eh? – le dice el tipo dándole una palmadita en el hombro y asumiendo que Héctor le seguirá la broma imbécil por la cuenta que le trae si quiere llevarse el pedido.
 
      -- No los aguanto, no los aguanto, el tren venía lleno de ellos- ríe con humor falso, haciendo de tripas corazón, mientras piensa lo mucho que le hubiera gustado ser un buen padre para el hijo que nunca ha tenido. Quizá se hubiera parecido a Jayin. Pero él nunca le alargó una botella a Merche.

 

22/9/12

El jardín del sauce







Buscar paisajes, esa era su misión. La productora cinematográfica estaba embarcada en la filmación de una trama romántica, una película dulce, de amores tormentosos que se arreglan cuando ya parece imposible que lo hagan, con un elenco de moda, la pizca de erotismo justa para el éxito y una fotografía cuidada. Elías había leído el guion la semana anterior y disponía de pocos días para encontrar los escenarios adecuados antes de que el rodaje comenzara a final de mes. No se lo había pensado dos veces. Recordaba haber visto fotos del lugar en un folleto de viajes y enseguida le vino a la cabeza que allá podía encontrar el lugar idóneo. Tomó un avión e hizo un trato con un barquero para que le condujera río arriba. Lo mejor era ser sistemático, explorar cada recodo y cada remanso hasta dar con el paisaje ideal. Una mochila, loción contra los mosquitos, un sombrero Panamá, unas zapatillas cómodas y la réflex de diez megapíxeles le acompañaban.
 
El entusiasmo inicial le había abandonado tras cuatro días de navegación sin hallar nada interesante. La civilización lo invadía todo. Los mismos bungalows de plástico alineados por millas y millas, las mismas carreteras repletas de automóviles, las barcas con forma de pato llenas de turistas bronceados, columpios deslucidos, papeleras desbordadas y antenas de telefonía móvil repletas de parabólicas. Cada noche había dormido, para su pesar, en cómodos hoteles sin necesidad de abrir la tienda de campaña que llevaba sobre la mochila. Desmoralizado, decidió subir por el afluente del norte, apenas turístico.
 
Aquel día de finales de primavera, muy de mañana, la barcaza viró hacia la ribera al entrar en un meandro enmarcado por una arboleda densa, voluptuosa y vehemente que batallaba para cubrir el río de raíces y ramas amarillentas. No hablaban, pero el rumor monótono del viejo motor, el deslizar del agua bajo la quilla y el cantar políglota de las aves saturaban el aire de una armonía indefinida y sutil. Sonidos de tierra, de campo, de campiña virgen.
 
-No puedo ir más allá, señor- le indicó el barquero- Los rápidos están cerca y esta vieja lancha no tiene potencia para retarlos.
 
Acordó que regresara en tres días. Mientras, exploraría los alrededores a pie, como en sus viejos tiempos de montañero. Llenó un par de bolsas con latas y galletas y saludó con la mano en alto cuando vio alejarse el bote, humeando por encima de la chimenea negra y metálica.
 
A medida que avanzaba por la orilla, las aguas aceleraban su marcha y se arremolinaban alrededor de los peñascos que, cual boyas ancladas, resistían los embates de la corriente. Como para compensar el ímpetu del río, las campas que bordeaban el cauce se iban tornando más suaves y lisas, con pastizales glaucos cuidados por la propia naturaleza y parterres silvestres de dalias y campánulas blancas.
 
Divisó la granja cuando el sol se alzaba sobre las copas de los almendros y el cielo se cubría de nubes rasgadas y lejanas. Sería poco más del mediodía porque las sombras eran breves y el calor apretaba. La casa, de una planta, estaba construida en madera y sus ventanales, amplios, no tenían cortinas. La puerta abierta. En el zaguán, un colgante lleno de flores. A través de la ventana se veían un piano de pared y un reloj de péndulo apoyado contra uno de los muros. El porche estaba delineado con macetas repletas de buganvillas púrpuras, hortensias y alhelís. En él, a un lado del mismo, una mesa rústica y dos sillas de mimbre con cojines de plumas esperaban una plática tranquila. El jardín que rodeaba la vivienda tenía el césped cuidado y, en su centro, había un sauce grande y solitario cuyas ramas más alejadas aspiraban a besar las aguas del río. Tomó su cámara y comenzó a fotografiar los detalles, los rincones recoletos, los destellos el sol jugueteando con la casa. Estaba absorto en la hermosura de la atmósfera, en las imágenes que ya veía en la pantalla del cine, cuando se sobresaltó al escuchar una voz tras de sí.
 
-        Hola, bienvenido.
 
Se volvió y fue cuando la vio. Era hermosa. Pensó que nunca había visto una mujer tan hermosa en su vida. Una de esas sorpresas que la existencia depara cuando uno se asombra de cómo es posible que exista alguien con tanto embrujo, que haya sido posible vivir anteriormente sin el deleite de tanto encanto en una sonrisa. No era una jovencita pero él tampoco lo era. Delgada, su pelo se recogía en una coleta que la hacía interesante. Su rostro, bronceado, matizado por el tiempo y la vida, era cautivador; los hombros que asomaban por la camiseta, atractivos.
 
Ella le miraba sin miedo, sin preguntarle por qué estaba invadiendo su propiedad, sonriéndole.
 
-        Lo siento- balbuceó- no quería importunar. Lamento haberla asustado- dijo Elías.
 
-        No me ha asustado. Le he estado observando hasta comprobar que era inofensivo- sonrió-, no crea que estoy tan loca. Tengo teléfono para avisar y una escopeta en la alcoba. Aunque lo parezca, no vivo en la selva. Tenemos luz eléctrica y los guardas forestales se mueven rápido en el todoterreno- hizo un guiño cómplice.
 
-        Le aseguro que no deseo molestar. Sólo quiero fotografiar su casa si me lo permite. Es una preciosidad. ¿La cuida usted?
 
-        Trátame de tú si te parece. Soy Ana.
 
-        Encantado de conocerte, Ana. Soy Elías y trabajo en el cine- le brindó su mano.
 
-        Encantada- ella le devolvió el gesto y demoró el saludo más de lo debido al contacto con su piel- ¿Cine? Tienes que contarme eso. Siempre me ha gustado el cine. Es una de las pocas cosas que echo en falta, viviendo aquí. ¿Te apetece una limonada?
 
-        Será estupendo.
 
Sentados en el porche, como si se conocieran de toda la vida, alternaron el refresco con el té a medida que las horas pasaban, tan de incógnito que ninguno se dio cuenta que el sol descendía poco a poco y los tarines bajaban a tierra para picotear junto al ribazo de la colina. Él le contaba de su trabajo, anécdotas de rodajes que a ella le encantaron, las manías locas de las estrellas, de cómo estaba buscando paisajes y de cuánto le encantaba ser explorador de mundos e imágenes. Consiguió que se dejara fotografiar y la grabó en decenas de poses mientras ella reía divertida de sentirse una diva del celuloide. La tarde calurosa fue tornándose templada a medida que la oscuridad caía con parsimonia sobre el sauce y este, acunado por la brisa del atardecer, ondeaba sus brazos curvados en una danza llena de embrujo. Ella le contó de cómo había heredado la finca y de cómo se enamoró del lugar cuando fue a visitarlo por primera vez. Le había costado años decidirse y dejar la ciudad, abandonar la rutina y el desamor hasta que, un día, se armó de coraje y se traslado a Villa Cafetal, que así se llamaba la propiedad, para ser ella misma, para sentir el mundo como deseaba. Aún a riesgo de perderlo todo- le relató- necesitaba asegurarse que podía ser feliz cambiando el navegar de su vida de norte a sur. Sentía que lo había conseguido, que aquella nueva vida llena de trabajo en el huerto, música y lecturas merecía la pena.
 
-        Espera un momento.- dijo Ana mientras se levantaba y entraba en la casa.
 
De pronto, unos farolillos de papel colgados se iluminaron en el exterior, desde el tejado hasta por entre las ramas del sauce. La noche caía y aquel mundo de candiles y rumores de hojas, de aguas cantarinas y frufrús de alas de insectos, de pequeñas luminarias titilantes y estrellas que aparecían en el cielo, parecía pintado por algún dios juguetón que conspiraba para enlazar vidas, almas y deseo.
 
-        Voy en un momento- gritó ella desde dentro, mientras una luz amarilla y suave iluminaba la estancia y escapaba por la ventana.
 
Elías se levantó y, en un repentino gesto que le sugirió el instinto, se descalzó y caminó por el jardín hacia el gran árbol, sintiendo la caricia de la hierba y el tacto del húmedo suelo. Necesitaba el contacto con la tierra. Se detuvo bajo los farolillos de luz inquieta y supo que nunca diría a la productora que Villa Cafetal existía. Los paraísos no deben ser hollados. Le dolía tener que marcharse. Le dolía esa sensación que uno reconoce pocas veces en la vida de haber encontrado el lugar buscado y nunca antes hallado, ese que siempre se encuentra por azar y que se reconoce en un instante, sin pensarlo, sin razón, sin necesidad, sin vuelta atrás, como un destino inexorable que nos hechiza sin remedio.
 
Estaba absorto en sus pensamientos, cuando de pronto sintió que ella le abrazaba la cintura por detrás.
 
         - ¿Te quedarás a cenar?- le preguntó, mientras le besaba en el cuello con ternura.




20/9/12

Máster de gestión emprendedora en lectura y escritura





La Red de Universidades Lectoras, dentro de su programación de actividades para el curso 2012-2013, organiza un máster de 1200 horas - que aporta 120 créditos- destinado a la especialización de profesionales de distintas procedencias (universitarios de Humanidades y Ciencias Sociales, Gestores, Animadores Trabajadores Sociales, Técnicos municipales….) orientado a estudiar los últimos avances en la gestión de actividades y eventos de Lectura y Escritura. Se imparte on-line y está coordinado por la Universidad de Extremadura.

El máster se desarrollará desde noviembre de este año hasta marzo del año 2013. Incluye también un módulo sobre literatura y escritura digital.
 
Los contenidos del curso pueden leerse en este enlace, así como toda la información necesaria para matricularse, profesorado responsable y la organización del mismo.
 
 

19/9/12

Kindle Serials





Amazon ha lanzado el servicio Kindle Serials por el que los lectores pueden ir recibiendo en su dispositivo Kindle una novela por capítulos, uno a uno, incluso a medida que se escriben. En definitiva, el clásico serial semanal o por entregas que ahora se digitaliza. Cuando el usuario paga por el servicio, recibe inmediatamente los capítulos ya publicados y, a partir de ahí, va recibiendo los siguientes a medida que se publican de manera automática. Estos se autoensamblan con los ya recibidos sin perderse las anotaciones que el lector hay podido ir haciendo. Esto significa que la estrategia comercial es peculiar porque no se paga por cada entrega sino una vez por todo (pay once). La duda en el lector puede estar en que debe fiarse de que una vez pagado por un capítulo brillante los siguientes sean igual de interesantes.

Como complemento a todo ello, Amazon indica que los lectores puede hacer sugerencias a lo ya enviado de modo que eventualmente el escritor pueda modificar el devenir futuro de la historia en función de tales sugerencias. El catálogo es, de momento, muy breve con sólo 8 obras.



Faith




Faith de Robert Kendall es un poema digital cinético en el que las palabras toman vida propia a medida que los versos se conforman en una secuencia de cinco pasos, cinco movimientos, que van variando el significado del mensaje desde la fe hasta la lógica, alternando entre ambos conceptos. Acompañado cada movmiento por una tonada musical diferente, las palabras aparecen, se recolocan, cambian de significado al añadir sufijos o prefijos, se mueven por la pantalla en un juego poético cuidado e interesante. La interacción se reduce a pasar de un movimiento al siguiente.

18/9/12

The Unknown






The Unknown de Scott Rettberg, William Gillespie, Dirk Stratton y Frank Marquardt es un vasto e interesante hipertexto que vuelve a los orígenes de la técnica con un interface antiguo y muy sencillo, algo hortera en los colores, y basado sobre todo en el texto. Un relato muy fragmentado, con multitud de enlaces, algunos sonidos en formato MP3 y Real Audio (no todos funcionan, al menos en mi navegador), en el que se mezclan alocadamente historias, entrevistas, informaciones de performances reales, escritos epistolares y noticias. Se trata, eso sí, de leer y aunque nos puede gustar más o menos la historia (centrada en un tour de música con una fuerte carga irónica) hay que reconocer que The Unknown hace un uso auténticamente literario del hipertexto sin dejarse arrastrar a un arte visual que pocas veces tiene que ver con la escritura.
 

17/9/12

Atardecer de mojo verde y cilantro




Hoy, cuando ya sus fotos se han desgastado por el tiempo y por todo lo que las he acariciado, sigue presente vivamente en mis recuerdos aquella tarde, envuelta en los jirones rosados de un atardecer que olía a mojo verde y a cilantro, a papas y a malvasía.

Hasta aquel día habían sido unas vacaciones convencionales. Por la mañana, baños en las aguas turquesas de la playa del Papagayo, a la que llegaba en el todoterreno que mi amigo Juanjo me había prestado. La prefería a otras zonas porque el camino sin asfaltar hacía que la mayoría de los turistas eligieran otros lugares. Me encantaba zambullirme entre las olas que, por algún misterio de las corrientes, llegaban unas tras otras apenas separadas por unos pocos metros, siempre bravas y rompientes, dibujando caracolas arco iris en cada gotita de espuma. Por la tarde, las obligadas visitas, entre culturales y artísticas, que Lanzarote ofrece en cada uno de sus caminos. Que si un día, la casa de César Manrique; que si otro día la visita a los Hervideros donde, un día ya lejano, unos gigantes con dedos de magma ardiente entretejieron la roca y el mar. Una tarde acababa tres carretes de película fotografiando todos y cada uno de los cactus bellísimos del Jardín y, a la siguiente, soltaba un “oh”, asombrado, cuando el guía nos daba la sorpresa- no por repetida millones de veces, menos hermosa- de descubrir que el abismo infernal de la Cueva de los Verdes no era sino el reflejo de una bóveda calcárea esculpida por algún dios arcaico.

Pero aquella tarde, cansado de descansar, me propuse recorrer las carreteras del interior y buscar alguna loma en donde, al atardecer, pudiera ver ponerse el sol. Estaba cansado de gente, de ingleses enrojecidos, de alemanes gritones y de tenderos que me ofrecían todo a todas horas. Uno de esos días en que uno necesita estar a solas, dejarse arrastrar por el tacto de la brisa en la piel y por los aromas de la tierra.
 
Una vez que empecé a subir por Guardilama, los vehículos fueron desapareciendo y, poco a poco, me sentí curiosamente solo en una isla tan colmada de visitantes. Estaba en medio de La Geria. Una tierra gris, cenicienta, formada en los albores de la historia por el vómito de cientos de volcanes que, siglo tras siglo, acumularon lomas y valles, picos y barrancas. Una tierra árida en donde la astucia y la pericia del campesino tenaz han conseguido crear un oasis de cultivos. Veía largas hileras de paredes hechas con piedras que, siendo tan diferentes unas de otras, sin embargo encajaban milagrosamente para crear murallas de todo tipo. Unas circulares, formando  como pequeños lagos de vegetación. Otras, lineales que se perdían hasta donde mi vista podía alcanzar. Todas, protegiendo del viento los cultivos. Y entre ellas, las vides creciendo fuertes y recias bajo el sol del cercano océano. La imaginación de nuestros antepasados ideó esta forma de agricultura que extrae agua de donde no la hay. La tierra fértil se cubre con una capa de cenizas, que si otrora fueran mortales, ahora protegen el alimento. El rocío y la humedad de la noche se filtran por los poros grisáceos y quedan atrapados dentro, en la tierra que amamanta las raíces. Luego, cuando el alba llega y el sol calienta, esa misma ceniza impide que el agua se evapore y escape. Y así, poco a poco, crece la uva, nace la malvasía, fragante y embelesadora, amiga de soledades y tristezas silenciosas.

Serían las ocho de la tarde. Aparqué el coche a un lado de la carretera y caminé sin rumbo fijo. Un ligero céfiro jugueteaba con las hojas de las parras y los delgados troncos de los dragos. Estaba solo, o eso creía, y mis pensamientos estaban en mi padre que me había dejado no hacía mucho. De él me viene el gusto por el paisaje quedo y dormido, ausente de personas, mecido por la tarde que cae.

Fue entonces cuando percibí por primera vez la melodía. Una guitarra sola, acariciada por dedos hábiles, y una voz grave y triste que, no obstante, era amistosa. Poco sabía yo de la música de la isla pero supuse que se trataba de una isa o una folía. Más tarde me dirían que se trataba de una endecha canaria. Música íntima, para cantarla con amigos de verdad, de esos que no necesitan decirse nada para entenderse, con una jarra de vino al lado y el cielo azul por delante. Venía de lo alto de una loma, a la derecha. Pude ver que, entre los árboles, había una casa. Blanca, encalada y llena de flores. No me habían invitado. No tenía derecho alguno a llegar hasta allá, a importunar. Pero alguna fuerza invisible me arrastraba y yo avanzaba, casi sin ser consciente de ello, hacia aquella guitarra que me embriagaba.

La casa, pequeña, de una planta, tenía ventanas con los alféizares cubiertos de lavandas y malvas, flores que también se extendían por el tejado. Parecía, de hecho, que las paredes surgieran de un jardín de flores. A la izquierda, un tanto apartado, un pozo cuyos bordes de ladrillo rojo contrastaban con el verde del bien cuidado césped. Junto a él, la figura en piedra de una muela de molino, con sus espirales grabadas a cincel. En el frente, un porche de madera cubierto de hiedra verde que se arremolinaba en torno a las vigas. Justo debajo, una mesa redonda con una jarra de malvasía, unos vasos, un poco de pan y una olla con papas. Un grupo de personas, absortas, escuchando a un viejo, de manos ahuesadas y dedos infinitos que, más que tocar, acariciaban las cuerdas de la guitarra. Andrés, me dirían luego que se llamaba, vivía unos kilómetros más allá pero había venido a celebrar el cumpleaños de Nuria. Cumplía cuarenta años.




Tinc un Somni





Tinc un Somni es un poema visual de Andreu Ledoux que pretende mostrar el sentimiento independentista catalán del autor en base a la aparición desordenada de palabras clave que se van amontonando tanto en pantalla como en nuestra comprensión del mensaje. Mediante el uso de tipografías que realzan algunas de las palabras, la imagen se va convirtiendo en un cajón de sastre desordenado del que, sin embargo, surge cierta comunicación. No hay interactividad.
 

16/9/12

72 Migrantes




72 Migrantes es un trabajo, fruto de la colaboración de numerosos artistas y periodistas, que rinde tributo a 72 personas de Centro y Sudamérica asesinadas en México mientras trataban de cruzar la frontera con Estados Unidos, a mano de bandas de narcotraficantes. Hechos que ocurrieron el 24 de agosto del 2010 y qu conmocionaron al mundo. No es realmente un trabajo literario, sino un homenaje en web a aquellos hombres y mujeres así como a todos los que pierden su vida buscando una vida mejor. Más, no obstante, la fuerza de los hechos, las historias emotivas y la arquitectura engarzada de cada caso en un todo coherente, hacen que pueda verse también como literatura, literatura de la vida dura y real, máxime cuando cada una de las semblanzas ha sido escrita por escritores o periodistas mexicanos de prestigio. Unas, basadas en recuerdos de familiares; otras en la imaginación sobre lo poco que se sabe del difunto, quizá un nombre únicamente. Historias de pobreza, de lucha, de miedo, de búsqueda de una vida mejor, de ilusión, de cansancio, de la más alta humanidad en un mundo  horror. Un altar virtual y un relato casi biográfico para que las vidas de los 72 asesinados permanezcan y no caigan en el olvido, para que el horror no quede en una anécdota, para remover conciencias.
 
Además de las 72 reseñas sobre cada uno de los muertos, el sitio permite hacer donaciones, enviar una rosa virtual, escuchar canciones relacionadas y enlazar con otras webs.


15/9/12

Lucy Hardin’s Missing Period




Lucy Hardin’s Missing Period es una webnovela interactiva que narra las peripecias existenciales de una mujer que reside en Toronto. Una historia interesante y bien escrita.
 
La obra es sobre todo literaria y tiene un cierto aire de ficcción interactiva ya que para cada párrafo leído, el usuario puede elegir entre un par de alternativas con lo que continúa por caminos narrativos diferentes. La interactividad se limita a esas elecciones y el interface es básicamente de texto. Si es una webnovela es porque está alojada en una web más que porque utilice los recursos que la web propone.
 
Permite la lectura en multisesión porque, al cansarse de leer, se puede guardar el avance de lectura y continuar posteriormente allá donde lo dejamos.
 
Está programado en CSS3 y HTML5 y requiere tener habilitado el interprete de javascript. Por tanto, requiere un navegador capaz de interpretar HTML5. En Chrome me ha funcionado bien pero en Internet Explorer me ha dado problemas.
 

13/9/12

El Diario de Anna Frank enriquecido





Las editoriales Penguin, Viking y TradeMobile (esta especializada en libros enriquecidos- enhanced) así como la Fundación Anne Frank Fonds anuncian la próxima publicación de una versión enriquecida del célebre diario de Anna Frank. Con esta versión digital, el lector podrá no sólo leer el diario sino explorar el mundo de Anna observando sus manuscritos, los dibujos que hiciera durante su cautiverio, notas que tomó, escuchar a Helena Bonham Carter leyendo el diario, visionar algunos vídeos históricos, entrevistas a personas que la conocieron o ayudaron así como escuchar retransmisiones de la época.
 
Parece que la aplicación estará disponible en un par de meses y, mientras tanto, han publicado el trailer:
 
Video
 
 

12/9/12

The Execution of the Sun



The execution of the Sun de Jason DeBoer es un pequeño relato digitalizado más que digital ya que, aparte de la pantalla de arranque, el resto es el texto de la narración paginado sin más interacción que la de pasar de hoja.
 
Más interesante es el concepto en el que el relato está basado ya que se trata de un experimento de reordenación del texto de Los dos caballeros de Verona de Shakespeare. Todas las palabras que aparecen en The Execution of the Sun provienen de la obra del inglés y el trabajo de DeBoer remezcla y crea una nueva obra- totalmente alejada de la de Shapespeare- tan sólo combinando el original.
 
 
 
 

11/9/12

Undum




Undum es una plataforma de creación de hipertextos o de juegos narrativos muy bien presentada y con muchas posibilidades para el autor, relativamente sencilla de utlizar y que aporta gran flexibilidad a la hora de crear tramas y arquitecturas complejas de enlaces.

Aunque el código fuente está disponible para ser descargado y el completo tutorial (y muy bien adornado en lo estético) continua en la red, parece que la plataforma no está soportada desde hace un año porque el twitter y el blog que soportan el sistema han dejado de tener actividad desde mediados del año 2011. Aún así, y con tiempo y ganas para auto-aprender, Undum puede ser una plataforma sumamente interesante de desarrollo de juegos intercativos o narraciones hipertextuales en línea con la técnica IF.
 
Además, el que este diseñado para CSS3 y HTML5 le confieren una habilidad multiplataforma muy interesante.

El tutorial puede leerse en este enlace, mientras que la aplicación puede descargarse aquí.


Figment




Figment es un portal para aficionados a la literatura en el que se pueden compartir los escritos- desde poesía hasta novela- que los usuarios registrados hayan escrito, pudiendo también apuntarse a relatos colaborativos que avanzan por medio del esfuerzo conjunto de varios usuarios. Permite, asimismo, la publicación, venta  y difusión de los materiales creados. Dispone también de forums especializados y de grupos de interés.

Está presente en las redes sociales Twitter y Facebook. Claro, casi todo en inglés.

10/9/12

The Dead Tower





The Dead Tower de Dreaming Methods - y en concreto de Andy Campbell y Mez Breeze- es un trabajo complejo en lo que a programación se refiere con un escenario 3D texturizado que ha necesitado de la conjunción de varias herramientas para modelarlo (GM Terrain, Copperce, Actioscript, etc.). Basado parcialmente en una historia de Thomas Ligotti, el resultado es más un juego que una experiencia literaria porque la interacción de navegación es poco precisa para encontrar y leer los textos que, en principio, deben reforzar el temor que inspira el ambiente oscuro e inquietante en el que la narración se desarrolla. Conseguir manejar el ratón (y aún más el teclado) hasta conseguir afinar para poder leer el texto lleva demasiado tiempo.
 
Eso sí, como en casi todas las obras de Dreaming Methods, la atmósfera onírica, enimágtica y la calidad gráfica, así como la banda sonora elegida, son excelentes. La texturización rocosa del mallado 3D que crea el paisaje es también correcta.
 





9/9/12

Codex




Codex de Aurélien Allétru es un experimento técnico-artístico que explora la interacción entre nuevas tecnologías y el papel. En este caso, el libro en papel está mecanizado de modo que sus páginas están motorizadas y su comportamiento automatizado. El lector no puede moverlo ni manipularlo por sus propios medios. Al contrario, una tableta adicional interconectada con el libro permite pasar las páginas. Es más, en algunas de ellas, sólo las instrucciones que aparecen en la pantalla permiten leer el contenido en papel ya que es preciso efectuar ciertas acciones que sólo en la tableta quedan aclaradas. Y, a su vez, el libro en papel es un manual de uso de la tableta. Un círculo de causalidad que enfrenta la nueva y la vieja tecnología para indicar que lo más racional no es la confrontación entre ambas sino su colaboración.