29/5/13

Fifty Pounds y Donuts





 

-        Y, ahora, nos vamos a tomar un gin-tonic mientras vemos la película y me cuentas de tu viaje –  le pidió a ella con real interés.
 
Lo inusitado era que él no bebía y que, cuando lo hacía, a los tres sorbos de vino- no digamos ya de alcoholes de más graduación- la cabeza le daba vueltas. Ella, en pijama y zapatillas grandes, le regaló un beso y tomó la copa. Él la siguió con la mirada mientras cogía una tónica del frigorífico y la mezclaba con un chorro de Fifty Pounds. Se deleitaba viéndola a su alrededor. Muchas veces se había preguntado el porqué de aquella sensación tan profunda y completa. Daba igual lo que ella hiciera, si ordenar el armarito o regar las plantas, estar sentada leyendo un libro o preparar una bebida, el caso es que parecía que el mundo resultaba más completo, más pertinente, más hermoso, cuando sentía su presencia. Hacía ya mucho rato que era noche cerrada. Fuera, las siluetas oscuras de los alisos y los castaños del parque se mecían con lentitud, con sus ramas inclinándose como si quisieran espiar a la pareja por entre los visillos. Dentro, luz tenue y una copia pirata de Avatar en la televisión.
 
-        Tendrás que comer algo, ¿no?, si no te va a sentar mal- dijo ella mientras se dejaba acariciar las piernas y los pies y los amantes azules de la película deambulaban por bosques inmensos.
-        No, no te preocupes, sólo he bebido un poquito.
-        Espera- ella se levantó y se acercó a la cocina, volviendo al poco rato con un caja de donuts.
-        ¿Donuts con gin-tonic?- rio él.
-        ¡Sí!, hacen buena pareja- contestó ella.
 
Más tarde, cuando la película había terminado sin que vieran el final porque las caricias habían reclamado su hora y su crescendo, allá mismo, en el sofá, cuando ya ella dormía apoyada en su hombro, cuando aún olía a pasión, él se dio cuenta de que, a veces, por milagro, encajan cosas imposibles de combinar, el gin-tonic y los donuts, aquella mujer maravillosa y él mismo. Y se sintió un privilegiado.

 

2 comentarios :

Víctor Sáez dijo...

Como siempre, un placer leer tus relatos. Enhorabuena.

Félix Remírez dijo...

Muchas gracias